Elisa Carrió volvió a ser el centro de las miradas y de las críticas, acaba de pegar el portazo en el Acuerdo Cívico y Social que ayudó a fundar para hacerle frente al kirchnerismo desde la vereda del progresismo. Carrió hace de la coherencia su fortaleza y la punta de lanza de comportamiento políticamente incorrecto, que en un país tan contradictorio y con los valores por el piso como es la Argentina; la convierte en un “rara avis” frente a los pragmáticos del poder.
La Carrió que acaba de decir adiós es la misma que no dudó en el 2004 de señalar a Julio De Vido como un engranaje clave en la matriz de corrupción del kirchnerismo. No hay que olvidar que por aquel entonces, Néstor Kirchner tenía una imagen positiva superior al 70%, que la oposición estaba desconcertada frente a un gobierno que se había animado a cambiar la Corte, que le daba aumentos a los jubilados y que mes a mes hacía bajar el índice de desocupación. Eran tiempo en que Clarín hacía oficialismo explícito. Carrió no dudó en atacar al kirchnerismo justo en donde más le duele, en los negocios y en la caja. A casi seis años sus vaticinios parecen cumplirse.
Hoy, Elisa Carrió ha decidido una vez más tomar el camino del desierto en pos de esa coherencia que defiende al ultranza, el “deber ser” de Kant y su Imperativo Categórico también. Tomó una decisión largamente anunciada y se fue del Acuerdo Cívico y Social, porque no está dispuesta a convalidar una nueva versión de la Alianza y lo que podría ser una nueva decepción. Adrián Pérez explicó en Contrapunto que sus críticas están dirigidas a Julio Cobos, algo que sabido por todos, pero también apuntan a Leopoldo Moreau y al Coti Nosiglia, a quienes denomina los gerentes del radicalismo. Por supuesto, que las diferencias con Margarita Stolbizer existen y son profundas pero no tienen la misma gravedad que con los anteriores.
La nueva estrella en el firmamento radical se llama Ricardo Alfonsín y sólo él será capaz de hacer desandar la decisión que tomó Carrió. Mientras se afianza como posible candidato a la presidencia, Alfonsín sabe que en este marco su llave a la Casa Rosada pasa por cohesionar a la UCR y por sellar un acuerdo sólido con el socialismo. Así, se comprenden sus palabras cuando dice una y otra vez que prácticamente no hay diferencias entre un radical y un socialista, que “hasta nos vestimos igual” agrega para quitarle dramatismo al asunto. Alfonsín tiene sus esperanzas puestas en que el gobernador santafesino Hermes Binner sea su compañero de fórmula, idea que se analizaba antes de la salida de Carrió del Acuerdo Cívico pero que ahora cobró más potencia. Parece ser una buena alternativa para correrle al matrimonio Kirchner por izquierda.
El kirchnerismo festejó, dicen que Néstor estaba eufórico con la ruptura del Acuerdo Cívico mientras tiende lazos a los intendentes del conurbano para que vuelvan al redil, luego de varios intentos de autonomía que varios de ellos mostraron. Pero otro que se puede ver beneficiado por la decisión de Carrió es Eduardo Duhalde, porque es muy probable que si la salida de Lilita es definitiva se lanza como candidata a la presidencia. Como es lógico de suponer esto le restaría votos al radicalismo y sus aliados. Fragmentación que podría ubicar al Peronismo Federal en el segundo lugar en las elecciones a tiro de la ballotage, en lo que Duhalde sueña como la madre de todas las batallas para derrotar a Néstor Kirchner cuyo principal teatro de operaciones será, sin lugar a dudas, la Provincia de Buenos Aires.
0 comentarios:
Publicar un comentario