RELACIONES KARNALES

La Presidenta Cristina Fernández de Kirchner dijo en Madrid que las relaciones con España “nunca fueron tan profundas”. No se sabe el fundamento de esta afirmación, ya que para nadie es desconocido que el vínculo con ese país ha sufrido más de un roce. ¿Qué pasó para que la Presidenta haga una afirmación de estas características? La verdad que nada, salvo una comida de gala con la realiza hispana donde el dato más importante fue la dispensa que consiguió Hugo Moyano para alterar el protocolo y evitar el uso del frac.

La relación entre la Argentina y España no viene transitando su mejor momento, conoció tiempos mejores. Los primeros cruces con el kirchnerismo se produjeron a raíz de los atrasos en las tarifas de los servicios públicos, donde las empresas españolas tienen una importante participación. En este marco se recordará el aumento concedido a Gas Natural Ban cuyo decreto fue firmado por el propio Néstor Kirchner cuando era presidente, y luego el gobierno no permitió a la compañía implementarlo. La estatización de los fondos de las AFJP, que hizo temblar la bolsa española también complicó las relaciones. El tema Aerolíneas Argentinas es un capítulo aparte y sin dudas fue el asunto que más complicó la relación entre ambos países. No hay que confundirse, la cuestión no es de ahora sino que se arrastra desde el la época en que Ricardo Cirielli era subsecretario de transporte aerocomercial, cargo al que más tarde renunció lanzando duras acusaciones contra su jefe, Ricardo Jaime. Los españoles siempre quisieron la salida de Jaime del gobierno, porque sospechaban que su inclusión en el gobierno en realidad sólo buscaba la re estatización de la compañía. En más de una oportunidad los españoles pidieron que el gobierno alejara al sindicalista de la Secretaría de Transportes.

La controversia por Aerolíneas Argentinas es ese uno por ciento de desacuerdo al que se refirió José Luis Rodríguez Zapatero cuando fue consultado sobre el estado de las relaciones bilaterales, aunque no dudó en calificarlas en público de excelentes. Concretamente dijo “tenemos diferencias de criterio con respecto a Aerolíneas Aerolíneas”, pero no profundizó el alcance de sus palabras. ¿Esa diferencia de criterios tiene que ver con la expropiación de la empresa? ¿Se refiere a la actuación de los sindicatos? Por el momento es una incógnita, pero de lo que no cabe duda es la controversia con Marsans es la piedra en el zapato que tienen ambos países. Tal vez por ello existe la sensación que los españoles sólo le tienen paciencia a las peculiaridades del gobierno argentino, debido a la envergadura de capital que las empresas españoles tienen enterrado en el país.

El gobierno argentino buscaba cerrar un acuerdo con Marsans para terminar el conflicto de Aerolíneas Argentinas, y que redundara en el mutuo beneficio de ambas partes como había exhortado Rodríguez Zapatero. Las versiones son contradictorias sobre si ese acuerdo llegó o no a buen término. Hay que recordar que esa negociación implicaba que la Argentina se hiciera cargo de adquirir unos 30 aviones que Marsans tenía pensado comprar al consorcio europeo Airbus, y como contrapartida renunciar a demandar al gobierno argentino en el CIADI por la expropiación de Aerolíneas. Ahora bien, esta negociación entablada entre Marsans y Julio De Vido, no parece “a priori” muy razonable que digamos y sus ventajas distarían de ser tales. Veamos algunas observaciones a la tan mentada negociación: 1) Si el gobierno argentino está convencido que la expropiación era la única salida posible para garantizar un servicio público, no debería poner reparos en plantear la posición frente a un tribunal internacional en vez de estar buscando un acuerdo privado. 2) Si el gobierno argentino, producto de este hipotético acuerdo, va a hacer una compra que previamente decidió Marsans en base a un diseño comercial para Aerolíneas, ¿no se estaría admitiendo indirectamente que los planes de los españoles no eran tan malos? 3) Hasta el momento, el gobierno no ha hecho público el plan de negocios de la empresa. No se sabe cómo va a competir en un negocio muy competitivo, qué política comercial se implementará, si habrá nuevos destinos, qué alianzas con otras líneas hará (algo que es bastante usual en el negocio), cuánto facturará la empresa, qué rentabilidad tendrá o cuando se alcanzará el punto de equilibrio. Como puede verse los puntos mencionados anteriormente responden al sentido común, y siempre deben estar presentes en una pyme y en una gran corporación. Pero para el gobierno esto no parece ser parte importante de la agenda de Aerolíneas Argentinas. 4) Tal vez, por ello, el titular del gremio de los pilotos, Jorge Perez Tamayo, es muy cauto al referirse a la adquisición de los Airbus de Marsans. Según su opinión, la compra de equipos está en función al diseño de la compañía pero como ese diseño no se conoce, es lógico poner en duda la conveniencia de la operación. 5) Como consecuencia de la crisis financiera internacional, lo que sobra en el mundo son aviones. Las compañías están esperando cómo se sigue desarrollando la crisis y en este contexto muchas ventas han sido suspendidas. Por eso, no habrá que preguntarse si es el mejor momento para hacer una compra que demandaría a la Argentina unos U$S 1.000 millones. 6) No parece que las cuentas de la Argentina sean hoy lo suficientemente robustas como para enfrentar una operación de semejante envergadura. 7) Quienes conocen la intimidad del negocio aerocomercial, sostienen que es mejor adquirir aviones a través de leasing que comprarlos directamente debido a lo riesgoso de la actividad. Pero curiosamente, el gobierno sólo habla de compra pareciendo desechar cualquier otra forma acuerdo.

El acuerdo, del que poco se sabe, parece ser una excelente salida para Marsans, un “puente de plata” como se dice habitualmente. La cuestión es si ese acuerdo por el que el gobierno se desvela le conviene a la Argentina.

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