El ex jefe de gabinete Alberto Fernández compara la crisis política con lo que los psicólogos denominan el Juego del Gallina, que consiste en dos autos que en una ruta circulan a gran velocidad en sentidos opuestos con evidente rumbo de colisión. Gana quien tiene la sangre más fría como para ser el último en esquivar a su oponente. Para Fernández el juego es perverso porque en realidad "gana" quien le tiene menos miedo a la muerte y "pierde" el más sensato.
La comparación parece ajustarse con bastante realismo a lo que ha pasado a lo largo de esta semana en la política argentina: gobierno y oposición están lanzados a bordo de sus bólidos dispuestos a estrellarse; aunque el gobierno no se priva de retar al Poder Judicial al perverso juego.
El discurso de ayer de la Presidenta Kirchner, como nunca, puso los nervios de punta al país. Acusando a diestra y siniestra de destituyente a todo aquel que se atreva a ponerle un límite a su poder, que no es ilimitado porque todavía la Argentina es un república.
Cristina Fernández no quiere entender que fue la gente con su voto la que armó este Congreso, porque evidentemente no gran parte del electorado no está de acuerdo con el rumbo de su gobierno. Es tan fácil como eso pero para el matrimonio presidencial parece que es muy difícil de admitir. Néstor y Cristina prefieren ir contra el resto del mundo antes de parecer que están perdiendo el poder, pero no se dan cuenta que van a terminando estrellando el país en una crisis cuya usina es la Quinta de Olivos.
El mensaje por cadena nacional de la Presidenta es muy preocupante. Anunció que va a desconocer la decisión del Congreso sobre el DNU que creó el Fondo de Desendeudamiento Argentino y también a la justicia, haciendo críticas a los jueces y en especial sobre la vida privada de la jueza Claudia Rodríguez Vidal, que no sólo no son propias de un presidente; sino que además muestra un grado de bronca y resentimiento tal que nadie que dirija los destinos de un paíes puede darse el lujo de tener. La Presidenta, que no pocas veces reivindicó las cuestiones de género, cayó en la crítica más facilista de las mentes retrógradas: inferir que una mujer piensa lo mismo que el marido, poniendo a la jueza Vidal un escalón por debajo de éste.
Es serio que la Presidenta revele que no va a acatar una decisión judicial y que el Poder Judicial sea visto como un grupo destituyente más de los que sólo habitan en la imaginación del matrimonio presidencial.
La peligrosa lista de destituyentes se engrosa día tras día, y en cualquier momento le llegará el turno al pueblo que votó un Congreso con una mínima diferencia en favor de la oposición. Ese día, si llega, los Kirchner quemarán todas sus naves pero todo parece presagiar que van en esa dirección.
La oposición también cometió sus errores esta semana. El principal error fue la manera en cómo trató el tema del pliego de Mercedes Marcó del Pont. No era necesario citarla para que se presentara en un plazo de dos horas y luego rechazar su nominación. Allí, los senadores opositores no obraron con la suficiente serenidad que se requiere en momentos como éste. Eso no significa arriar las banderas. Desafortunadamente, actuaron como el kirchnerismo que nunca pudo elevarse sobre la módica lógica del todo o nada. pelear las comisiones y hacer pesar el número no es un problema y, en definitiva, es el juego de la democracia. El kirchnerismo hizo lo mismo durante seis años y lo pudo hacer porque la sociedad así lo quiso. Lamentablemente, abusó del poder que le dieron las urnas, porque como lo pasó a tantos otros, pensaron que el poder era para siempre. Si de verdad la oposición busca recuperar la República no debe actuar como el kirchnerismo, debe dejar de lado el revanchismo y prepararse para gobernar.
Si nadie decide pegar el volantazo todos vamos a perder jugando a El Gallina.
2 comentarios:
La estrategia es clara: Como el Gobierno viola la ley e ignora a los otros dos poderes consagrados por la Carta Magna, corre riesgo de un juicio político con la consecuente posibilidad de destitución, con un Congreso ya no tan favorable. Entonces se victimiza de antemano para que un eventual pedido de juicio político pueda leerse como la efectiva acción destituyente tantas veces imputada a la oposición y a los jueces.
Pero el problema de fondo, también debe revisarse con más cuidado. La intención de utilizar los fondos de libre disponibilidad del Banco Central para el pago de deuda en defoult busca perfilar al país en una categoría de tomador de crédito más cómoda, que le permita tomar créditos más baratos en un momento en que la crisis internacional desaconseja quitar fondos volcados al consumo (a traves de subsidios y ayuda social)iniciando una peligrosa espiral de desaceleración.
El problema de esta estrategia es que dificilmente Argentina se transforme en un país confiable mientras siga trampeando a los bonistas que ajustan por el CER mediante la manipulación de los índices del INDEC.
En este contexto, pagarle a los bonistas en defoult podría ser invertir a cambio de nada.
Si el gobierno, en cambio, decidiera enderezar al INDEC de una buena vez, entonces la opción de tomar reservas para pagar deuda debería ser seriamente considerada.
Claro, el costo de sanear los índices oficiales podría ser mucho mayor que la deuda que se intenta pagar. Entonces nos conviene seguir haciendo trampas y olvidarnos de pagarle a los deudores.
Hacer una cosa sí y la otra no, es de una ingenuidad enorme. No resultará y constará la cabeza del ministro que pergenió el plan.
Ahora bien, todo esto podría haberse debatido tranquilamente en el Congreso, que al fin de cuentas tiene la responsabilidad de decir de dónde saldrá el dinero que aprobó en el Presupuesto como proveniente de endeudamiento.
Pero en la oposición, nadie habla de eso.
La estrategia económica del gobierno no era tan mala como para que no pudiera debatirse, pero la insistencia de la Presidente en ignorar a las otras voces políticas y lanzarse sola, lo ha echado todo a perder.
Este habito sí, es destituyente.
Saludos.
La estrategia es clara: Como el Gobierno viola la ley e ignora a los otros dos poderes consagrados por la Carta Magna, corre riesgo de un juicio político con la consecuente posibilidad de destitución, con un Congreso ya no tan favorable. Entonces se victimiza de antemano para que un eventual pedido de juicio político pueda leerse como la efectiva acción destituyente tantas veces imputada a la oposición y a los jueces.
Pero el problema de fondo, también debe revisarse con más cuidado. La intención de utilizar los fondos de libre disponibilidad del Banco Central para el pago de deuda en defoult busca perfilar al país en una categoría de tomador de crédito más cómoda, que le permita tomar créditos más baratos en un momento en que la crisis internacional desaconseja quitar fondos volcados al consumo (a traves de subsidios y ayuda social)iniciando una peligrosa espiral de desaceleración.
El problema de esta estrategia es que dificilmente Argentina se transforme en un país confiable mientras siga trampeando a los bonistas que ajustan por el CER mediante la manipulación de los índices del INDEC.
En este contexto, pagarle a los bonistas en defoult podría ser invertir a cambio de nada.
Si el gobierno, en cambio, decidiera enderezar al INDEC de una buena vez, entonces la opción de tomar reservas para pagar deuda debería ser seriamente considerada.
Claro, el costo de sanear los índices oficiales podría ser mucho mayor que la deuda que se intenta pagar. Entonces nos conviene seguir haciendo trampas y olvidarnos de pagarle a los deudores.
Hacer una cosa sí y la otra no, es de una ingenuidad enorme. No resultará y constará la cabeza del ministro que pergenió el plan.
Ahora bien, todo esto podría haberse debatido tranquilamente en el Congreso, que al fin de cuentas tiene la responsabilidad de decir de dónde saldrá el dinero que aprobó en el Presupuesto como proveniente de endeudamiento.
Pero en la oposición, nadie habla de eso.
La estrategia económica del gobierno no era tan mala como para que no pudiera debatirse, pero la insistencia de la Presidente en ignorar a las otras voces políticas y lanzarse sola, lo ha echado todo a perder.
Este habito sí, es destituyente.
Saludos.
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