Hugo Moyano entró al salón de la sede del Sindicato de Camioneros, donde lo aguardaban más de trescientos seguidores que entonaban cánticos amenazantes. Empezaba a escribirse el último capítulo de lo que había sido un largo día de furia, que había estallado cuando a través del sitio Centro de Información judicial, se conoció la existencia de un exhorto llegado desde Suiza donde se pedía la justicia argentina información sobre las causas judiciales que se le siguen a Moyano y a su hijo Pablo. La investigación había comenzado a raíz del descubrimiento de una cuenta en ese país por cerca de dos millones de dólares a nombre de Ricardo Depresbiteris, el dueño de la empresa Covelia que se la vincula a Moyano y a su familia.
“No tengo un carajo que ver con Covelia”, disparó contundente Moyano con el tono de como quien quiere terminar un tema que lo saca de las casillas. Era cierto, el camionero estaba furioso desde que se había conocido la intención de los suizos. Desde el primer momento creyó ver la mano del gobierno detrás de los acontecimientos y obedeció lo que su instinto le ordenaba; lanzar un paro del transporte con movilización y convocar al Concejo de la CGT para discutir si la medida de fuerza se transformaba en una huelga general. Omar Viviani una de sus más fieles lugartenientes estaba convencido que los popes de la central sindical respaldarían la medida de fuerza, “un trámite” se escuchó decir cerca del líder de los peones de taxi. Pero no fue así. Después de tres horas de deliberar, la CGT decidió apoyar a su jefe pero dejando en claro que no iba a cortar, por ahora, las relaciones con el gobierno que es lo que ocurriría si se llegaba a un paro general. Al final, no habrá paro general, movilización ni tampoco paro de transporte. El gobierno respiró tranquilo y el triunfo se lo anotó Julio De Vido, que fue el encargado de convencer a Moyano del inconveniente de tomar medidas extremas. No es un paz definitiva, sólo se trata de una tregua que únicamente el paso del tiempo y la evolución de las causas judiciales, que atormentan a Moyano y a su familia, determinará que tan sólida es.
Un análisis superficial concluiría que Moyano quedó en un posición de debilidad, pero ello no sería cierto. El camionero hizo una demostración de fuerza, que aunque no fue tan potente como se esperaba, ello no es suficiente como para sostener que Moyano está debilitado. Un detalle no menor es que la medida de fuerza sólo se suspendió, es decir que está latente y puede renacer de acuerdo con los próximos acontecimientos.
Las últimas cuarenta y ocho estuvieron plagadas de señales desde el moyanismo al gobierno, en el convencimiento que tiene su jefe que hay sectores del gobierno que, de mínima, le quieren recortar el poder que acumuló con Néstor Kirchner. La Presidenta nunca se llevó con Moyano y su predilección por La Cámpora en desmedro del peronismo tradicional profundizaron la brecha entre ambos. Inclusive, un encuestador con buena llegada a De Vido sostuvo en estricto “off the record” que el gobierno ya tiene al reemplazante del camionero al frente de la CGT. Se trataría de Gerardo Martínez, el líder de la UOCRA; cuyo sindicato hace menos de una semana obtuvo una señal en el sistema de televisión digital. Moyano sabe que desde que Kirchner falleció es mirado con recelo en la Casa Rosada, pero está dispuesto a presentar batalla. “Queremos llegar al poder, ese es el objetivo”, tronó el líder sindical entre los gritos de sus seguidores. El mensaje es claro y todo sucede en la misma semana que desde la CGT se había lanzado el nombre de Héctor Recalde como compañero de fórmula de Cristina Fernández de Kirchner, justo en el momento en que los grupo de influencia más cercanos a la Presidenta ensayan una desperonización del gobierno, que genera no pocas inquietudes y deliberaciones.
No es un dato que la suspendida movilización en apoyo a Hugo Moyano convergería en la Plaza de Mayo, a las puertas de la Casa de Gobierno. No se pensó marchar al Palacio de Tribunales o hacer un escrache en la Embajada de Suiza. Nada de eso, la idea fue la de mandar un mensaje inequívoco al gobierno que no será tan sencillo prescindir de los popes sindicales.
Es claro que la demostración de fuerza que hicieron Moyano y los suyos encendieron todo tipo de alertas en el gobierno. Por ahora, ni los unos ni los otros pueden enfrentarse en una batalla abierta porque saben que por ahora ambos bandos tienen mucho más que perder que ganar. Pero en esa demostración de fuerza que ayer ensayó el camionero también hay vestigios de cierto grado de debilidad. No puede dejarse de lado el detalle que originalmente, la conferencia de prensa que se hizo en la sede de camioneros estaba programada que se llevara a cabo en la CGT. No parece ser un dato menor, unido a la cuestión que las deliberaciones en la central obrera se demoraron tres horas y no los breves treinta minutos que había proyectado Viviani horas antes del encuentro. Es claro que si Moyano hubiera recibido un cerrado apoyo de la CGT hubiera habido paro general o, al menos, una potente movilización a Plaza de Mayo. Eso no ocurrió y probablemente no ocurra en los próximos días, pero el gobierno sabe que Moyano, a pesar de estas cuestiones, no es un dirigente que esté totalmente debilitado y no represente riesgos en el corto plazo. Ambos bandos saben que a partir de ahora sus resquemores quedaron al descubierto y tendrán que demostrar sus dotes de tiempistas sino quieren perder más de lo que puedan ganar.
En su discurso Moyano se encargó de atacar a cada uno de sus enemigos: Graciela Ocaña, el empresario Daniel Hadad, Francisco de Narvaéz, Eduardo Duahlde, Ernestina Herrera de Noble y hasta Carlos Menem. Con ellos tiene y tuvo múltiples batallas, en la que sobresale Graciela Ocaña que tal vez se haya convertido en su principal enemiga desde que ocupaba el Ministerio de Salud. Ocaña es amiga personal de la ex embajadora suiza en la Argentina Carla del Ponte y podría haberle entregado en forma privada información que vincula a Moyano con Covelia. La ex ministra y ex diputada declaró en Contrapunto que oficialmente no le entregó ninguna información mientras su amiga desempeñaba funciones diplomáticas en la Argentina. De ser así, ¿podría pensarse que la causa del exhorto suizo haya sido información que salió desde la Argentina? Es más que probable y no hay que olvidarse que en política no hay casualidades.
Al igual que el gobierno, Moyano ve a la prensa como uno de sus principales enemigos. No debe olvidarse que en el por ahora suspendido plan de lucha, se esbozó bloquear una vez más la salida de los diarios. "Para la prensa, los que conducimos una obra social somos asesinos seriales o envenenamos a la gente. También fui el ideólogo y ejecutor del crimen de Beroiz. A mi hijo Gerónimo, de 11 años, le tuve que explicar que era un invento. Me hicieron una canallada: Menem y Duhalde me metieron droga en 1989. Jamás nos opusimos a la Justicia ni impedimos que nos allanen los gremios. Tenemos bronca con la prensa, no con la Justicia", disparó. Moyano pretende que los medios no se ocupen de él, algo que es imposible siendo, como es, uno de los hombres más poderosos del país. En este sentido, está dispuesto a hacer demostraciones de fuerza como ya lo hizo. Es probable que el gobierno, como ya lo hizo, mire para otro lado. Al fin y al cabo, ambos consideran a los medios el enemigo común que impide, aunque sea un poco, frenar la acumulación de poder.
El kirchnerismo genera su propia oposición porque es claro que no la encuentra fuera de sus propios límites. Esto marca una señal más de la debilidad de las distintas expresiones del arco opositor, que hasta ahora ninguno de ello aparece como una alternativa clara de poder de cara a las elecciones de Octubre. Por eso Eduardo Duhalde admite que hasta ahora la Presidenta corre sola hacia la reelección. Aun la oposición no ha parido un rival lo suficientemente robusto que genere preocupación en el gobierno. Hoy las preocupaciones del Cristinismo están más relacionadas con la propia tropa que con los adversarios de afuera que todavía no alcanzaron la categoría de amenaza.
1 comentarios:
Medida 1. Declarar un paro general y movilización para el Lunes 21 de marzo.
Medida 2. Dejar en suspenso la medida 1.
mmmm... Puro bla bla. No hay hechos.
Con esto, el gobierno ya le bajó el pulgar a Moyano. Y los compañeros de la CGT dejaron el dedo horizontal. Con tanta evidencia de desacople entre las estructuras sindicales y los trabajadores, no convenía enarbolar una más, y demasiado evidente: ¿Un paro porque a Moyano le investigan en Suiza? No no.
En mi opinión, Moyano inició el camino hacia su propia sucesión al frente de la CGT.
Saludos.
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