El gobierno con la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner a la cabeza montó un show alrededor de Papel Prensa. La liturgia kirchnerista se cumplió a la perfección, salvo por aquellos que esquivaron la invitación para no sentirse cómplices de una construcción parida por la imaginación del gobierno. El matrimonio presidencial decidió banalizar los derechos humanos, una bandera que –en un principio había izado con nobleza- pero que termina arriando de la peor manera. Quedó al descubierto que el matrimonio presidencial no se detiene ante nada, ni siquiera el respeto por los derechos humanos es un límite y que la tragedia de la ápoca más oscura de la Argentina se puede moldear al gusto de ellos.
El gobierno montó una mentira, no hay otra manera de decirlo. El caso de Papel Prensa no tiene por objetivo combatir una posición dominante o que los accionistas privados, los diarios Clarín y La Nación, actúen en desmedro de su competencia. La puesta en escena del gobierno tiene en miras controlar la venta y distribución de papel para asestarle un nuevo golpe al Grupo Clarín, y controlando el principal insumo de los diarios controlar el flujo de información premiando a leales y castigando a los díscolos. El acto demuestra que el gobierno fracasó en la distribución arbitraria de la publicidad para conseguir medios y voces adictas y en la conformación de verdaderos multimedios financiados con dinero de todos los argentinos, para que reproduzcan el relato mediático que emerge desde la alcoba presidencial. Ambas estrategias no dieron resultado y entonces ahora directamente apunta a la columna vertebral de los principales diarios de la Argentina. Pero lo que se debe tener en cuenta es que son los “principales” diarios porque son los más leídos, eso sí lo entiende el kirchnerismo y entendió que la única manera de modificar esta situación es controlando la distribución de papel.
La solicitada publicada por Isidoro Graiver pone al descubierto la mentira y al mismo tiempo genera una situación paradójica: una de las supuestas víctimas dice que no lo es. “El precio que recibimos fue el mejor que pudimos obtener. Recuerdo que una nota del diario La Opinión de Jacobo Timerman destacó la conveniencia del precio que obtuvimos. La familia gozaba para esa fecha de total libertad para realizar la operación. Se percibieron los importes del caso en ese momento, y en los meses siguientes se cobraron las cuotas pactadas. Los adquirentes nos pagaron un saldo mediante consignación judicial y este dinero nos lo apropió la dictadura. En resumen: Los diarios adquirentes fueron en esta triste historia, terceros de buena fe que –en su medida– nos ayudaron a paliar en parte la situación de angustia económica por la que atravesábamos”, dice Graiver en su solicitada echando por tierra con tan solo siete líneas los 72 minutos empleados por la Presidenta en su representación.
El ex juez y actual diputado radical Ricardo Gil Lavedra declaró en Contrapunto por FM Identidad 92.1 que en las dos causas que a él le tocó sentenciar que involucraba a la familia Graiver, no hubo una sola mención acerca de alguna irregularidad por la venta de Papel Prensa. Nunca hasta la irrupción de los Kirchner se había mencionado la posibilidad que la operación se hubiera realizado bajo torturas como argumenta el gobierno en complicidad con las empresas periodísticas que adquirieron dichas acciones. Sin embargo, el gobierno construyó una ficción en la que falta que haya sido Héctor Magnetto personalmente quien haya torturado a Lidia Papaleo para que hacerse de su participación.
El gobierno saldrá a cazar traidores, que con su decisión de ausentarse se pusieron en ese sitio a los ojos del kirchnerismo. En este sentido, los empresarios de la UIA y AEA que semanas atrás se fotografiaron con Magnetto serán los primeros que sentirán como trona el escarmiento. Haberse fotografiado con el enemigo público número uno de los Kirchner y protagonizar un desplante en masa tarde o temprano será castigado. Pero los empresarios entendieron que el gobierno había traspasado un límite y decidieron no convalidar con su presencia la puesta en escena.
Lo que no se puede negar es que el gobierno esconda sus verdaderas intenciones. Están a la vista y además los Kirchner no se preocupan en ocultarlas, cuanto mucho las disimulan torpemente. Hay una opinión bastante generalizada que los Kirchner pasaron un límite y que a medida que avance el calendario electoral, no será extraño que la radicalización del gobierno se agudice. Néstor Kirchner no duda a la hora de doblar la apuesta y está convencido que si quiere mantenerse en el poder, debe controlar los medios de comunicación actuando directamente sobre aquellos que se le oponen. El ex Presidente responsabiliza a los medios por su derrota en las últimas elecciones y al parecer ya ha dejado de echar culpas sobre algunos intendentes del conurbano que jugaron a dos puntos. Por eso, está convencido que para ganar antes debe derrotar a un partido que no se presenta a elecciones, el dispositivo mediático opositor como el oficialismo denomina a los medios que no son adictos al poder. Ese “partido”, como no podía ser de otra manera está manejado por el Grupo Clarín y su cara visible, Héctor Magnetto.
Después de la puesta en escena de esta obra con ribetes escalofriantes, cabe preguntarse cuál será el próximo movimiento. Sólo Néstor Kirchner lo sabe.
0 comentarios:
Publicar un comentario