¿SE COMPLICO?

El sabor que dejan las elecciones en Córdoba y Santa Fé es ambiguo. A diferencia de lo que muchos vaticinaron, los santafecinos votaron con total normalidad y no hubo denuncias, más allá de cuestiones menores que siempre suceden. Incluso, rápidamente Rafael Bielsa salió a reconocer su derrota a manos de Hermes Binner a felicitar a su adversario. Fue más lejos y asumió la paternidad del revés electoral y anunció que deja su banca en la Cámara de Diputados por la Ciudad de Buenos Aires, sí leíste bien el ex candidato a la gobernación de la provincia representa a otro distrito. Ah! Eso es legal. Evidentemenmte, parece ser que las urnas le siguen siendo esquivas, recordemos que en la Ciudad quedó relegado a un cómodo tercer puesto. Pero es importante destacar su actitud, especialmente siendo parte de un “espacio”, como se les dice ahora a los partidos, que prácticamente nunca es capaz de ensayar una autocrítica.La victoria de Hermes Binner es un premio a la coherencia y a la paciencia, y en su paso por la intendencia de la Ciudad de Rosario demostró que la eficiencia no es patrimonio exclusivo de la derecha. Es prolijo, calmado y ese estilo contrató con el de Bielsa que apareció en la campaña demasiado antagónico. Hay algo que no se puede negar, que parte de la victoria socialista está vinculada con la decisión del actual gobernador Jorge Obeid de derogar la ley de lemas, que dos veces le había arrebatado el triunfo a la oposición y terminaba beneficiando al justicialismo. Sin lugar a dudas, una de las razones por las cuales los peronistas pudieron tener, hasta ayer, la posibilidad de gobernar la provincias desde 1983. Obeid prometió y cumplió; hay que reconocerlo.El presidente, la candidata a Presidenta, Daniel Scioli y hasta Carlos Reutemann salió de su ostracismo para apoyar a Bielsa. No fue suficiente, lo que demuestra que cuando los procesos políticos comienzan no se los puede detener. La situación en Córdoba primero fue preocupante, luego vergonzosa y ahora sospechosa. Tal vez, nunca mejor el dicho: “no sólo hay serlo, sino parecerlo”. Hasta ahora no hay pruebas de que se hayan producido irregularidades, pero todo el proceso fue tan desorganizado, por utilizar un término cauto, que por estas horas las apariencias no son las mejores. Juan Schiaretti decía que se imponía por 7 puntos, Luis Juez –contrariamente a la personalidad que todos le conocemos parecía más cauto-, y los cómputos oficiales no aparecían. Por estas horas, cuando faltan por escrutar el 2,05 % de las mesas, la diferencia a favor de Juez es de tan sólo 1,1%.

No son pocos los que afirman que, desarticulado el mítico aparato del PJ bonaerense, el de Córdoba es el mejor organizado y el más poderoso. Sin embargo, aun cuando el triunfo quede en manos de Schiaretti no puede negarse que el juecismo hizo una gran elección. Nunca quedó claro por qué el kirchnerismo dejó de apoyar a Luís Juez, quien se había manifestado como un aliado importante; al menos hasta que sus cinco diputados nacionales decidieron votar en contra del proyecto de modificación del Concejo de la Magistratura. ¿Habrá que buscar en ese episodio el enfriamiento de la relación? A la hora de ser ecuánimes hay que decir que Alberto Fernández, quien ha demostrado no ser un brillante estratega político, siempre sostuvo que el gobierno debía apoyar al intendente de Córdoba Capital.El (tal vez) gobernador electo Juan Schiaretti, ex funcionario Secretario de Industria de Domingo Cavallo, en aquellos tiempos donde la industria nacional se hacía añicos (digresión: no es muy loco todo eso?), también recibió las visitas presidenciales y su triunfo, si finalmente se confirma, será por menos de dos puntos. Los estrategas de campaña de la Senadora Kirchner, no deberían empezar a preguntarse si todo está marchando tan bien como siempre tratan de transmitir. Es cierto que el triunfo de Binner en Santa Fe no fue sorpresivo, pero la elección de Juez en Córdoba, perdiendo por esa diferencia tan mínima, no estaba en los cálculos de nadie.El gobierno se ha enredado en su propia tela y esta campaña puede dejar de ser un picnic. Por eso uno no puede dejar de preguntarse: ¿qué pasaría en la Argentina si hubiera una oposición bien vertebrada?.

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