30 de abril de 2011

POMPA Y CIRCUNSTANCIA

Dos mil cuatrocientos millones de personas en 180 países siguieron minuto a minuto el casamiento de William y Kate, la boda del siglo como fue bautizada por la prensa mundial y con la que la monarquía británica pretende reinventarse a sí misma.

Las crónicas hacen hincapié en los momentos de menor rigidez que el futuro Rey del Reino Unido fue capaz de llevar adelante con el rígido protocolo victoriano, como para mostrarse como un simple mortal; una persona normal que, como se sabe, es una rareza en la realeza europea y toda una excepción en la británica. Pero un camino que fue allanado por su madre la fallecida Lady Di. Sin embargo, más allá de algunas pinceladas de normalidad el rígido, aristocrático y tradicional protocolo inglés salió a relucir en todo su esplendor.

Lejos de Londres se llevó a cabo otra ceremonia, pero sin el glamour de los sombreros y de la realeza de las coronas europeas, pero con el glamour de lo doméstico: el acto de la CGT, cuyo único y central protagonista fue Hugo Moyano. Aquí la Reina Madre, a diferencia con el Reino Unido, estuvo ausente en un intento por no sacarse la foto con su más estrecho aliado; pero al mismo tiempo con su más férreo antagonista en esta etapa del surgimiento del cristinismo.

El acto de Hugo Moyano, al igual que la boda del siglo, también estuvo signado por una estricta liturgia y un rígido protocolo. El cruce de las Avenidas 9 de Julio y Belgrano fue el lugar elegido para poner en marcha la mayor demostración de fuerza que puso en marcha el líder sindical. Flanqueado por sendas gigantografías de Juan Domingo Perón, Evita y Néstor Kirchner y al pie del mítico edificio donde la líder de los descamisados hizo su mítico renunciamiento histórico. Fue un acto peronista de cabo a rabo, con toda la flema que el Movimiento supo acuñar en más de cincuenta años de existencia, muy alejado de los vientos setentistas que en la actualidad están de moda en la Casa Rosada. La liturgia peronista se respetó con el mismo celo con que los británicos llevaron adelante el relanzamiento de su alicaída monarquía.

Moyano habló durante cuarenta minutos poniendo de manifiesto que el Partido Sindical no se conforma con ser la columna vertebral del Movimiento, reclama un lugar en la cabeza. “Los trabajadores no estamos sólo para votar, también podemos reclamar algún cargo en las listas”, advirtió, pero siguiendo la más tradicional de las ortodoxias justicialistas enfatizó: “El movimiento obrero organizado ha pedido a nuestra presidenta que se presente en la elección para ser reelecta”.

El mensaje fue claro y dirigido hacia las entrañas del kirchnerismo. El sindicalismo quiere su recompensa por el apoyo desde el 2003 y dejó claro que la deuda no se salda con dinero, sino con una porción más grande de poder político. Además, Moyano fue el primer dirigente que pareció ungir la candidatura de Cristina Fernández de Kirchner, casi como tomando el papel de un hacedor de reyes; una figura muy difundida en las democracias europeas pero casi desconocida en la Argentina. Sin embargo, un dato que no debe pasarse por alto es no volvió a pedir que la fórmula de Cristina se complete con Héctor Recalde como candidato a vice presidente, una opción que ya parece definitivamente descartada. Ahora parece que Moyano se conforma con lugares en las listas, probablemente aspirando al 30 por ciento que históricamente el movimiento obrero reivindicó. No debe olvidarse que Moyano también es el vice presidente del Justicialismo bonaerense en ejercicio de la presidencia y, aunque resistido por varios barones del conurbano, que prácticamente no se hicieron ver en la convocatoria, hará pesar su cargo a la hora de armar las listas de candidatos que están bajo la atenta mirada y supervisión de Cristina Fernández de Kirchner.

Hugo Moyano marcó la cancha una vez más y dejó en claro que a este sindicalismo no se lo conforma con dinero y un puñado de concesiones para mantener vivo el legado del General. Sabe que es un hombre poderoso y a diferencia de otros secretarios generales de la CGT, sabe que tiene poder por sí mismo. Su gremio cuenta con 200.000 afiliados, muchos de ellos arrancados a otros gremios casi por la fuerza. Una orden suya puede paralizar el país aun cuando ninguna otra organización sindical lo acompañe. Hugo Moyano lo sabe y la Presidenta también. Ambos saben que están midiendo fuerzas y aun cuando la tensión llegue a niveles altos, los dos son conscientes que por el momento sus destinos están atados. Por eso la Presidenta que esquivó la foto con el dirigente por el que más aversión siente la clase media que ella trata de conquistar, envió a casi todo su gabinete que oficiaron de cortesanos y espectadores privilegiados de la firme demostración de poder que ensayó el camionero.No faltó La Cámpora, el grupo político que hoy goza del favor del poder ocupando lugares de influencia que la juventud sindical liderara por Facundo Moyano no puede alcanzar.

La demostración de fuerza que hizo Moyano, también se vio muy bien reflejada cuando volvió a pedir que Cristina Fernández de Kirchner le diera impulso al proyecto del diputado Héctor Recalde de participación de los obreros en las ganancias de las empresas. El momento no fue elegido por casualidad, el reclamo lo hizo justo cuando la Presidenta intenta re lanzar el siempre fallido Pacto Social en el marco del cual recibirá a la CGT y a la Unión Industrial Argentina. “El reclamo es permanente. más allá de algunas fricciones, la patronal no quiere compartir sus ganancias, pero los trabajadores respondimos con responsabilidad y la economía crece igual. Vamos camino a lograr el fifty fifty del que nos hablaba Perón”, disparó como para dejar claro que detenta una cuota de poder para nada despreciable. Es muy probable que el flamante jefe de la UIA, José Ignacio De Mendiguren, haya tomado nota de estas palabras y cuando se reúna con la Presidenta trate de buscar alguna definición sobre la cuestión.

Pero más allá de sus devaneos, la principal preocupación de Hugo Moyano es su situación judicial, que por el momento es la principal cuestión que lo desvela. En este sentido, su demostración de fuerza también debe ser interpretada en esta dirección. La imagen de José Pedraza y Juan José Zanola esposados es una foto para la que Moyano no está dispuesto a posar. Sabe que el kirchnerismo mantiene sólo lealtades funcionales y que las detenciones de sus colegas, además, lo tuvo como principal destinatario.Si bien hay causas que lo involucran directamente o a miembros de su clan que son instruidas por los jueces Claudio Bonadío y Ariel Lijo; las más importantes están en manos del controvertido Norberto Oyarbide y que las decisiones sobre las mismas no se toman en el juzgado sino en Olivos y en la Casa de Gobierno.

Astuto como sabe que tiene que ser para moverse en la política argentina, Moyano desgranó uno a uno los logros del kirchnerismo. Le rindió culto a El y dejó entrever una vez más que su relación con Néstor Kirchner era más fluida que con la Presidenta. ¿Habrá pactos pendientes que aún deben ser saldados? A veces algunas frases pronunciadas por el líder de los trabajadores así parecen dejarlo entrever. No se privó de disparar contra la oposición a quien acusó de estar compuesta por muchachos que viven en un submarino. Bueno, en este punto tal vez haya quienes compartan la apreciación del líder sindical.

Hugo Moyano hizo su gran demostración de fuerza con toda pompa y circunstancia, igual que la boda del siglo que se celebraba a miles de kilómetros de Londres y demostrando que es un flemático sindicalista que no lo van a poder conformar con poco.




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4 comentarios:

Excelente anális, como siempre.
Un Abrazo
M@rtin

"para mantener vivo el legado del General"
Me causa una gran curiosidad saber cual es el legado del general. Por lo menos la idea del autor sobre el mismo.


"el fifty fifty del que nos hablaba Perón"
Quizás se olvide Moyano de algunas banderas pero nunca del "fifty fifty" del que hablaba el general.


"El kirchnerismo mantiene sólo lealtades funcionales"
Aquí se da por sentado una carencia total de ideología o de "legado".


"miembros de su clan"
Cuando se necesitan lealtades fuertes es porque algo les preocupa
Ejemplo: "Yo me voy pero ojo, que se queda mi jermu"


"es un flemático sindicalista"
Si hay algo que nuca va a ser Moyano es flemático. Si se entiende "flemático" como lento e impasible.

"para mantener vivo el legado del General"
Me causa una gran curiosidad saber cual es el legado del general. Por lo menos la idea del autor sobre el mismo.

"el fifty fifty del que nos hablaba Perón"
Quizás se olvide Moyano de algunas banderas pero nunca del "fifty fifty" del que hablaba el general.


"El kirchnerismo mantiene sólo lealtades funcionales"
Aquí se da por sentado una carencia total de ideología o de "legado".


"miembros de su clan"
Cuando se necesitan lealtades fuertes es porque algo les preocupa
Ejemplo: "Yo me voy pero ojo, que se queda mi jermu"


"es un flemático sindicalista"
Si hay algo que nuca va a ser Moyano es flemático. Si se entiende "flemático" como lento e impasible.

El jueves defilaron anti mi escritorio los distintos delegados de la empresa en que trabajo. Uno a uno fueron solicitando el permiso gremial para ausentarse el día viernes. Firmé los permisos como corresponde.

-¿Tienen que ir al acto de Moyano? -pregunté mientras firmaba.
Todas las respuestas fueron del mismo tenor.

-Y sí. Nosotros tenemos que ir. ¿Que querés que hagamos?

Me fui ese día pensando dónde habrá quedado la pasión por la defensa de los intereses del pueblo trabajador. Ellos saben que el sindicato es quien negocia sus salarios y que ese sindicato está con Moyano. Pero también saben que el acto fue para defender los intereses de Moyano y no los del pueblo trabajador.
Estan entrampados. Y en esa trampa, que nace en las bases, se apoya el fenómeno de perpetuidad de los líderes sindicales.

Nos guste o no, Cristina gobierna porque la votó la mayoría. Y en el acto del voto, nadie sabe por quién votó cada uno. Pero aquí, el compañero secretario general se elige en un proceso poco discreto: Llegan los delegados generales con las urnas, votan los compañeros de la empresa y allí mismo se sabe si esa empresa "está o no está".

Creo que hay muchas cosas que cambiar para que el sindicalismo sea más democrático, y para que quien traiciona a los trabajadores en beneficio propio sea removido por las propias bases mediante el voto, fenómeno que hoy no ocurre.

Saludos.

Cristian

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