Un año y medio, 18 meses o 545 días hace que desapareció el albañil Jorge Julio López. Desde el 18 de septiembre del 2006 nadie más supo de él, a pesar de que cada patrullero u oficina oficial exhiben su foto con una suculenta recompensa ofrecida por el gobierno de la Provincia de Buenos Aires. Como se recordará, López fue un testigo crucial en el juicio que desembocó en la condena a prisión perpetua del ex comisario Miguel Etchecolatz. Resulta impensable que a más de 24 años de recuperada la democracia exista un desaparecido. Es claro, que el Estado falló en la protección que debía dispensar a un testigo que declaró contra un genocida. Y aunque suene paradójico, es coherente que el Estado falle porque diariamente falla aún cuando el gobierno se empeñe en esconder las estadísticas de los delitos. Algo parecido a lo que sucede con las cifras del INDEC. Se supone que cada organismo de seguridad y de inteligencia buscan a López y hasta ahora no se ha revelado ninguna pista de cuál pudo haber sido su destino. Es preocupante, que en un país donde rige el Estado de Derecho una banda pueda secuestrar a un ciudadano que colaboró con la justicia y que jamás vuelva a saberse de él.
Guadalupe Godoy, integrante de la Asociación de ex detenidos desaparecidos y abogada de López durante el juicio contra Etchecolatz dijo a La Nación que: "La causa está prácticamente paralizada. Casi todas de las líneas de investigación fueron boicoteadas o distorsionadas por la policía de la provincia de Buenos Aires. Hasta el propio juez reconoció que la investigación es un fracaso". Esta declaración y los nulos resultados de la investigación hasta el momento deberíamos llevarnos a hacernos la siguiente pregunta: ¿Existe una organización tan poderosa capaz de desafiar al Estado y ganarle? Es muy grave la acusación de la doctora Godoy porque implica que todavía en los organismos de seguridad subsisten efectivos manifiestamente en contra del sistema democrático o personal retirado con una fuerte influencia sobre los más jóvenes. Para agravar el panorama no hay que olvidar el asesinato del ex prefecto Héctor Febres, detenido en una dependencia de la Prefectura Naval Argentina; en donde se comportaba más como un huésped de un hotel de lujo que como un preso acusado de crímenes aberrantes.
En varias oportunidades Néstor Kirchner llamó “amigo” a Jorge Julio López, la Presidenta también lo mencionó en algunos discursos; pero ya es hora que las palabras sean acompañadas por hechos.
1 comentarios:
QUE UNA PERSONA DESAPAREZCA ES UN CRIMEN DELEZNABLE. ESO LO SENTIMOS TODOS Y ESTAMOS TODOS DE ACUERDO. PERO EN OTRAS COSAS HAY DIFERENCIAS...
Te recomiendo esta lectura de Jorge Asís:
http://www.jorgeasisdigital.com/2007/09/19/imperativo-irrenunciable/
COMO CON PRECONCEPTOS TAN DIFERENTES A LOS TUYOS SE OBSERVA OTRA REALIDAD. ¿NO ES CIERTO?
¿LOPEZ MARTIR O LOPEZ BUCHE DE LA CANA QUE NO PODIA SOSTENER EN SEDE JUDICIAL SU DECLARACION?
¿LA VERDAD NO ESTARA EN EL MEDIO?
AL MENOS PENSA SI OTRA REALIDAD ES POSIBLE.
SALUDOS PARA TODOS EN CONTRAPUNTO.
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