El gobierno acaba de cerrar una jugada política exitosa. Transfirió la administración y gestión de los subterráneos, gracias a lo cual se ahorró cientos de millones de pesos en subsidios y lo obligó a Mauricio Macri a hacerse cargo del costo político del aumento la tarifa del pasaje que alcanzará los $ 2,50; lo que equivale a un incremento del 127%.
La novela del traspaso del subte había comenzado casi simultáneamente con el anuncio del gobierno del desmantelamiento de los subsidios a los servicios públicos. El kirchnerismo disfrazó el anuncio bajo el paraguas de la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires, disimulando el verdadero objetivo que es el de ahorrarse los fondos que destinaba a ese medio de transporte para mantener el valor del pasaje en $ 1,10. Al principio el macrismo no vio la verdadera jugada del gobierno y celebró la medida hasta que entendió que había caído en una trampa y fue cuando comenzaron los tironeos. El gobierno buscaba completar la transferencia lo antes posible, mientras que el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires pedía tiempo para estudiar los costos y principalmente las condiciones del acuerdo. El Jefe de Gobierno, Mauricio Macri, rápidamente advirtió que si el traspaso se hacía sin los subsidios, el boleto treparía a los $ 3,70. En sintonía con lo que había declarado su Ministro de Hacienda Néstor Grindetti. Los cruces entre funcionarios de ambas administraciones siguieron en los medios y hasta Cristina Fernández de Kirchner le pidió a Macri “un esfuercito” para hacerse cargo del servicio en su primera aparición público después que se anunciara que padecía un cáncer de tiroides.
Finalmente, el miércoles se firmó el acta de transferencia del subte a la Ciudad de Buenos Aires. En ella, el gobierno nacional se comprometió a mantener la mitad de los subsidios que venía desembolsando por el término de un año es decir unos $ 360 millones. La jugada se había concretado y la víctima de la maniobra fue Mauricio Macri. A fin de atenuar los daños, el gobierno de la Ciudad decidió no perder tiempo y aumentar el valor del pasaje. El objetivo fue que el público se diera cuenta que el tarifazo no se debe a decisión caprichosa de la administración porteña, sino que obedece a que el gobierno nacional decidió recortar la mitad del monto que destinaba a subsidiar a las seis líneas de subterráneos. Sin embargo, es difícil que Macri puede zafar de la encerrona que le tendió el kirchnerismo y evitar pagar el costo político de haber tomado la decisión de aumentar la tarifa; una medida que sin dudas genera malestar en la vida cotidiana de la gente.
Por su parte, el gobierno nacional disfrazó la transferencia del subte pregonando el respeto por la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires; argumento que nunca utilizó cuando ambas administraciones discutía el traspaso de la Policía Federal. En esa oportunidad el kirchnerismo minimizó la autonomía y varios de sus voceros se refirieron a la Ciudad casi como un simple municipio.
Las verdaderas intenciones del gobierno nacional en llevar adelante la transferencia del subte no tiene nada que ver con la autonomía de la Ciudad. Las causas hay que buscarlas en el ajuste que el kirchnerismo comenzó a implementar, que tiene como medida central hasta el momento el desmantelamiento de los subsidios a la electricidad, al gas y al agua. En este marco, sacarse de encima el subte fue una medida exitosa porque ahorra $ 360 millones y obliga a Mauricio Macri a pagar el costo político del aumento de la tarifa del pasaje. Una decisión que cualquier hombre de negocios calificaría de “win win”. Pero además, como el Presupuesto Nacional fue aprobado con la totalidad de los subsidios que el gobierno proyectaba destinar a los servicios públicos y que ahora no se desembolsarán, esas partidas podrán ser utilizadas sin el control del Congreso.
Los resultados del maniobra del gobierno quedaron rápidamente a la vista. El descontento de los pasajeros del subte se evidenció en las largas colas que hicieron en las boleterías para adquirir tarjetas de diez viajes a $ 1,10. Los gremios anunciaron que como medida de protesta contra el aumento levantarán los molinetes en las horas pico y un grupo de legisladores porteños anunció que acudirá a la justicia para interponer una medida cautelar con el objetivo de suspender el aumento.
Al asumir su segundo mandato, Mauricio Macri intentó romper la mecánica de la mala relación con el gobierno nacional. Pensó que con esa “buena onda”, a la que es tan afecta el PRO, el gobierno de Cristina Fernández redefiniría la convivencia entre ambas administraciones haciéndola más civilizada. Hasta ahora los hechos estarían demostrando que se equivocó.
1 comentarios:
lamentablemente hay que llegar a la triste conclusion de que Macri es tonto o consiguio algo a cambio que no conocemos?
Publicar un comentario