13 de enero de 2012

AVANTI MOROCHA

phoca_thumb_l_cristina-28121102Hace una semana el país se paralizó cuando el vocero presidencial comunicó que Cristina Fernández de Kirchner padecía un cáncer de tiroides, debía ser operada y se tomaba licencia por veinte días dejando al vice presidente Amado Boudou a cargo del Poder Ejecutivo; tal como manda el artículo 88 de la Constitución Nacional.
La infinidad de los médicos entrevistados por los medios coincidieron en que las perspectivas son de las mejores y que el cuadro de la Presidenta no reviste preocupación. Así, despejada la cuestión desde el punto de vista médico, queda por analizar las consecuencias políticas de la enfermedad de CFK.
Cristina Fernández de Kirchner sufrió un profundo cambio de su imagen desde la muerte de Néstor Kirchner. El luto se convirtió en permanente, los quiebres en su voz al recordar a su marido y compañero de militancia en un clásico y mientras el aparato comunicacional y mediático del gobierno laboriosamente construía el mito Néstor Kirchner paralelamente se moldeaba a la Cristina abnegada, viuda, fuerte y sacrificada; que es capaz de pedir ayuda para gobernar porque sola no puede aunque las decisiones de su gestión se tomen con puño de hierro.
El efecto luto como se lo ha llamado permitió que la gestión de la Presidenta trepara de un módico 30 por ciento de imagen positiva hasta un inalcanzable 70 en pocos días. Es cierto que no fue el único factor que le permitió alzarse con la reelección con el 54 por ciento, pero no cabe duda que constituyó una sólida plataforma de lanzamiento de campaña.
Terminada la operación comienza la etapa de la recuperación y a los atributos que acuñaron a la mujer abnegada y sacrificada, se sumará el de la viuda que venció al cáncer; una enfermedad que sólo con mencionarla produce temor. Es probable que la primera consecuencia sea una retroalimentación de la luna de miel, una falta de cuestionamientos a las decisiones que tome una persona que se recupera de una feroz enfermedad. En este sentido, los conflictos, por ejemplo, con Hugo Moyano experimentarán una descompresión, especialmente del lado del líder cegetista, que se ha convertido en el adversario más fuerte del gobierno. Será una tregua que no estaba en los planes de nadie. Algo similar ocurrirá con las consecuencias de la quita de los subsidios e incluso con las tenues críticas de los líderes de la oposición. Al fin y al cabo no es de buen gusto criticar a una persona convaleciente. El aparato comunicacional del gobierno, oficial y para oficial, se encargará de fortalecer la construcción de la mujer sacrificada pero fuerte que ni siquiera los quebrantos de la salud la hacen retroceder. La madre que se entrega a sus hijos en cuerpo y alma, el pueblo argentino claro. En este sentido no sería raro que su índice de popularidad creciera, algo más que oportuno cuando la Argentina ha comenzado a transitar los primeros pasos de un ajuste que deja atrás la idea de un soft landing de la economía.

Los vestidos negros de la Presidenta a partir de ahora no sólo simbolizarán el luto permanente, una similitud con la Reina Victoria cuando falleció su marido el Príncipe Alberto. El negro será, además, el símbolo de la abnegación y de la fortaleza de la mujer que se quedó sola, que superó la pérdida de su compañero de militancia y que ahora venció a una de las terribles enfermedades. El negro brillará más que nunca y Cristina conseguirá lo que no pudo Evita.
Veinte días gobernará formalmente Amado Boudou, pero ya se sabe que no tomará decisiones de trascendencia. Será Cristina la que gobierne desde su cama y el vice, si en algún momento pensó que este interregno permitiría una suerte de relanzamiento político luego de la penitencia a la que fue condenado, se equivocó y ello ya se lo hicieron saber. Buscaré ganarse definitivamente la confianza de la Presidenta y de su círculo íntimo y pondrá todas sus energías en desterrar cualquier idea que pueda relacionarlo con Julio Cobos.
Cristina Fernández de Kirchner saldrá políticamente fortalecida de su operación, gozará de un nuevo periodo sin cuestionamientos que le permitirá tener una mayor margen de maniobra. Avanti Morocha volverá a sonar y la épica del mito se fortalecerá.

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1 comentarios:

Coincido ciento por ciento en la predicción. Pero agrego una nota para la polémica: Que el episodio médico distienda los enfrentamientos justo en medio de un ajuste ¿Es malo o es bueno?

Una de las razones por las cuales no voté a Cristina Fernandez era es desmedido e insostenible incremento del gasto público durante los últimos años. (La otra gran razón es su vergonzosa política contra los medios opositores e independientes)

Así, la noticia post electoral de una reducción de los subsidios y un ajuste en las cuentas públicas fue para mi una buena noticia. Me pregunto entonces hasta que punto no termina resultando conveniente que ese ajuste obligado se opere con un nivel de distensión mayor que el previsto.

Saludos.

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