25 de julio de 2010

UNA OFRENDA A ESE DIOS LLAMADO RATING

A José Rodríguez Coronel le dicen “El Cheto” o “El Chilenito”, tiene 20 años y el jueves juntos con otros tres cómplices irrumpieron en horas del mediodía en la sucursal del Banco Nación de la localidad de Pilar. Cuando intentaron huir del banco llegó la policía y El Cheto se atrincheró en el local del nación sin el apoyo de sus colegas que consiguieron emprender la fuga. Rodríguez Coronel tomó a cuarenta rehenes, tenía un comportamiento alterado que le dificultaba a los negociadores de la policía acordar los términos de la entrega y comenzó a vivir sus quince minutos de fama.

El Cheto quería cámaras, que lo enfoquen decía y Guillermo Andino y Paulo Kablan de las cadenas América y C5N no dudaron en aprovechar el filón que les presentaba. Cumplieron el deseo de Rodriguez Coronel y sus quince minutos de fama y en una controvertida decisión lo pusieron al aire, aun a costa que ello podía implicar a los rehenes. “Andino y Kablan asumieron la ligereza que la TV emplea en el floreciente mundo de los reality shows sobre la marginalidad y el hampa. Pero la cosa tomó rápidamente un cariz mucho más peligroso, con el agravante de que todo ocurría en directo, sin red”, escribió al siguiente en La Nación Marcelo Stiletano en una columna donde critica el papel de los medios en la cobertura del hecho. Por su parte, Pablo Mendelevich, periodista y director de la carrera de periodismo de la Universidad de Palermo, en declaraciones a Contrapunto por FM Identidad 92.1 es categórico: “Fue patético en todo sentido, no solo en la transgresión ética por sobre los policías; toda la cobertura tan sensacionalista berreta. No te atrapaba nada, era de mala calidad. Me viene a la mente la película ‘Cuarto poder y la manipulación utilizando la toma de rehenes”.

El claro que el periodismo tiene empezar a transitar de una vez por todas el camino del profesionalismo. No se trata de no llevar información a la sociedad o de ejercer autocensura, pero es necesario comenzar a ser más cuidadoso porque non todo puede ser hecho en función de ese dios llamado rating. No es admisible poner en riesgo la vida de cuarenta rehenes sólo en pos de tener un punto más de rating y merced a ello obstaculizar la acción de la policía frente a una crisis como es la toma de un banco. En sus quinces minutos de fama El Cheto fumaba porros armados con billetes de cien pesos que se los hacía armar a uno de los empleados del banco, su carácter estaba alterado, estaba jugado como se dice en la jerga del hampa. El no tiene nada que perder pero los rehenes sí y el periodismo no puede prestarse a ser funcional a los caprichos de un delincuente para conseguir una mayor audiencia. Un periodista no está capacitado para mantener un diálogo con una persona con sus facultades obviamente alteradas porque una palabra dicha de más puede desencadenar una tragedia. Y, los únicos que van a perder, serán los rehenes.

Pablo Mendelevich en Contrapunto (FM Identidad 92.1)

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1 comentarios:

Hola Martín:

La libertad de informar debería terminar cuando el acto informativo puede modificar el hecho informado.

Este precepto debería ir mucho más allá de los casos donde corre riesgo la vida de personas.

Saludos.

Cristian

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