4 de mayo de 2009

ESO QUE TODOS LLAMAN GOBERNABILIDAD

La semana pasada el kirchnerismo reveló su principal eje de campaña. El lunes pasado el co presidente disparó: "Si el Gobierno pierde la mayoría, el país puede volver al vacío de 2001, a ese país que estalló". Dos días después, la Presidenta fue más a fondo y dobló la apuesta: "En las elecciones de junio están en juego la estabilidad y la calidad democrática". Por su parte, el gobernador Daniel Scioli también hizo declaraciones en el mismo sentido que su jefe político. No cabe duda que el principal pilar de la campaña kirchnerista es infundir miedo, el viejo axioma que reza “Después de mí el diluvio”. Es una estrategia perversa que ya ha sido utilizada por otros presidentes.

La crisis del 2001 está todavía muy presente en las mentes y en los bolsillos de los que más la han sufrido, esa sensación de disolución no es sencilla de olvidar. En las frases del matrimonio subyace el concepto de gobernabilidad, que ya ha sido expresado por otros más explícitamente, y que siempre aflora ante los inconvenientes que debe afrontar el poder de turno. La Real Academia Española dice que gobernabilidad significa "cualidad de gobernable”, por lo que la pregunta obligada sería ¿por qué el país perdería esta condición si el kirchnerismo es derrotado?

La lógica indica que el país no sería menos gobernable si de las elecciones del 28 de junio emerge un Congreso más fortalecido. Es la parte del juego democrático que los Kirchner prefieren ignorar.Sencillamente, el gobierno debería negociar con el Congreso las iniciativas que pretenda convertir en ley. Eso es todo y es lo que pasa en cualquier democracia del mundo. Pero ya se sabe que la lógica del matrimonio presidencial no es la misma que impera en el mundo civilizado, porque no saben de discusiones ni de búsqueda de consensos. En el mundo K gobernabilidad hacer lo que Néstor quiere y manejar la Argentina como si fuera un gran feudo donde sólo es ley la voluntad del poder. La mejor respuesta a la estrategia del miedo no llegó de boca de ningún dirigente de la oposición, sino de Alberto Fernández quien dijo que si la Argentina vuelve al 2001 “será porque fracasamos”. Pocas horas atrás el actual jefe de gabinete, Sergio Massa, hizo declaraciones en el mismo sentido que su predecesor y separándose de la estrategia del miedo. “A mí me parece que no vale la pena hacer ese tipo de especulaciones porque, además, lo más importante de todo es pensar que la Argentina está en una situación fiscal, de superávit comercial, de ocupación en el mercado de trabajo, que le da fortaleza para seguir adelante en medio de esta crisis internacional fenomenal”, dijo Massa.

Las palabras de CFK son más graves aún que las de su marido, porque no puede pensarse que la calidad democrática de la Argentina está atada al resultado de una elección. En todo caso, cada elección –independientemente de su resultado- fortalece el sistema. Pero al parecer las voz del pueblo sólo debe ser escuchada si está en sintonía con la visión kirchnerista, pero si elije otra cosa se resiente la democracia. Es una lógica perversa que es parte de ese mismo credo que exteriorizó Emilio Pérsico de una renuncia anticipada de la Presidenta. Eso también está presente en la lógica del miedo. Recordemos que ya la Presidenta se había referido a las elecciones como ese “escollo” que hay que pasar, lo hizo en oportunidad de anunciar el adelantamiento basándose en la crisis económica internacional, esa de la que no teníamos por qué preocuparnos y que el resto del mundo debía nota del modelo argentino. Hoy, esos argumentos asoman –por lo menos- bastante poco sólidos.

En verdad, la lógica del miedo encierra un el temor del kirchnerismo de enfrentarse quedar entrampado en un escenario con un Congreso fortalecido. Hay que tener en cuenta que el matrimonio presidencial, tanto en Santa Cruz como a nivel nacional,  nunca gobernó con un Poder Legislativo robustecido que no actuara como una escribanía. En ambos casos, la chequera oficial se había mostrado eficiente para comprar voluntades y distribuir obras acá y allá. Pero el proceso político iniciado en 2003 demuestra síntomas de agotamiento, lo mismo que la chequera. No hay dudas, que en este sentido, la crisis con el campo aceleró el desgaste, además del protagonismo del co presidente que relegaron a su mujer –la Presidenta formal- a un segundo plano y a un casi exclusivo rol protocolar. Otro dato no menor es la permanencia en el poder de un grupo de funcionarios indigeribles para la sociedad como Guillermo Moreno, que operan como un corset para que el gobierno de CFK adquiera un perfil propio.

El kirchnerismo enfrenta un panorama electoral muy complejo. Mendoza, Córdoba, Santa Fé están perdidas; la Ciudad de Buenos Aires amenaza con convertirse en un papelón porque no hay nadie, salvo por Carlos Heller que no lo termina de convencer a Kirchner, de presentarse como candidato del oficialismo. la Provincia de Buenos Aires también presenta sus dificultades, el conurbano no promete una victoria segura y las encuestas más serias hablan arrojan un reporto equitativo entre el Frente para la Victoria, el Pro Peronismo y la alianza UCR Coalición Cívica. En el interior del territorio bonaerense la situación crece en dificultades para el oficialismo, porque como en otras zonas del país, las consecuencias de la crisis del campo son más visibles. La Argentina de los Kirchner se ha achicado dramáticamente.

En las últimas horas, Daniel Scioli presiona a los intendentes de La Plata, Pablo Bruera, de Mar del Plata, Gustavo Pulti y de Bahía Blanca, Cristian Breitenstein para que se sumen a las candidaturas testimoniales. Los tres resisten alegando que en su partidos no toleraría tomar una decisión en ese sentido. En las tres ciudades viven al menos un millón de personas, una cifra nada despreciable pero también son zonas que sus formas están estrechamente ligadas al campo.  No es fácil que allí cale el discurso kirchnerista.

Mientras el mundo lidia como puede con la crisis internacional y todos los gobiernos tratan de mantener y llevar la calma, en la Argentina el kirchnerismo hace todo lo contrario elevando el nivel de incertidumbre. Es difícil que en este contexto los inversores se deciden por invertir en el país. El gobierno en vez de atraerlos, se dedica a espantarlos.

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1 comentarios:

La gobernabilidad de un país debe estar dada por las instituciones y no por las personas que ocasionalmente funcionan allí. Decir que la gobernabilidad del país depende de los integrantes de una institución, en este caso el congreso, es tan absurdo como decir que la funcionabilidad de un tren depende de los pasajeros.

Peor aun:
Decir que en una elección legislativa "está en juego la calidad democrática" equivale a decir que existe un eventual pronunciamiento del pueblo que puede lacerar la calidad democrática, y esto equivale a decir que en ese caso, el pronunciamiento de la mayoría lacera la democracia, lo cual contradice la propia definición de democracia, porque el pronunciamiento de la mayoría ES la democracia.

Pero lo más preocupante es que con estas contradicciones lógicas de lo más burdas, una gran cantidad de personas seguramente serán convencidas.

Esto último no se arregla en dos días. Todo lo demás sí.

Saludos

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