Hace seis meses Cristina Kirchner se calzó una banda presidencial “mucho más etérea”, en palabras de la misma mandataria. Sin embargo, hoy parece que ese atributo presidencial hubiera aumentado su peso dramáticamente y todos la sentimos extenuante.
El gobierno de la Presidenta es una continuación módica del proceso político iniciado por su marido cinco años atrás. Nada ha cambiado y los anuncios de campaña no se han cristalizado en acciones concretas. El Pacto Social no se pudo alumbrar, la jerarquización institucional mutó por el deterioro, la Concertación Plural naufraga, el mecanismo de toma de decisiones del gobierno sigue siendo el mismo y en cabeza de los mismos cuestionados funcionarios y, como consecuencia de todo esto, la gestión de la Señora K se percibe como un gobierno desgastado que necesita una oxigenación urgente. Las únicas novedades del gabinete de Cristina Kirchner fueron la incorporación de Martín Lousteau como ministro de economía y la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva a cargo de Lino Barañao. El primero fue engullido por la crisis del campo mientras que del segundo poco se sabe.
Por otra parte, Cristina Kirchner aparece como encorsetada por su marido, y las dudas acerca de quién verdaderamente ejerce el poder crecen a diario. La frase del “doble comando” acuñada por Eduardo Duhalde se hizo carne en la opinión pública y no son pocos los que se animaron a hablar de un único comando, pero ejercido exclusivamente por Néstor Kirchner; primero desde sus oficinas de Puerto Madero y ahora desde la sede del PJ.
Seis meses después la misma Cristina aparece encabezando un gobierno que parece estar en el poder hace demasiado tiempo. Sus discursos irritan a muchos sectores de la población, lo mismo que sus formas y sus gestos. Se la percibe como una mujer soberbia, altiva, despegada de la realidad cotidiana que vivimos los argentinos, encerrada y demasiado preocupada por su apariencia personal. Y estas críticas no tienen nada que ver con una cuestión de género, camino que además de discriminatorio, sería simplista y alejado del más sencillo análisis político. Pero esta percepción sobre la Presidenta sobresale porque su gobierno no tiene el nivel de gestión de su antecesor, y este es el punto medular de la crítica a sus primeros seis meses de mandato. Pero no sólo eso, sino que más allá de intentar ensayar soluciones su modo de actuar ha agravado los conflictos. La crisis del campo es, sin lugar a dudas, la demostración más palpable de este argumento.
De esta manera, Cristina Kirchner ha consumido tres de los seis meses en el poder guerreando con el campo, mientras el resto de la administración parece completamente paralizada y los anuncios suenan cada vez más a actos para construir un relato de la realidad que se contradice con la realidad. En este marco, el grado de crispación y de hostilidad ha sorprendido a todos. Independiente del conflicto con el campo, ¿ésta será la forma de resolver conflictos? Bueno, lo de resolver es un decir porque no hay nada resuelto. ¿El próximo conflicto que estalle también será tratado por el gobierno de esta misma manera? Es decir, tensando al máximo la cuerda para prolongar un conflicto que debería haberse terminado hace semanas. El gobierno se montó en una lógica de guerra permanente.
En el acto de lanzamiento el Programa de Redistribución Social, la Presidenta dijo que “no hay crisis. Es un sector de renta extraordinaria que se niega a contribuir con los que menos tienen”. Una vez más es la negación de la realidad y la demonización del adversario que pasa a convertirse en un enemigo cuyo único objetivo es desestabilizar el orden democrático. Así, Patria y Modelo están irremediablemente amalgamados y quien no esté a favor de las medidas que tome el gobierno, atenta contra el modelo que es lo mismo que atentar contra la Patria. Siguiendo este modesto razonamiento plagado de silogismos llegamos a la conclusión que los productores rurales son traidores a la Patria. Si A=B y B=C y C=D entonces D=A. El otro punto del razonamiento es “acá no pasa nada, está todo bien”. No hay crisis del campo, tenemos energía de sobra, llueve gas oil –salir con paraguas- y la inflación no existe; y en el remoto caso que exista es por culpa de los golpistas sojeros. ¡Aguante Moreno! Es la mecánica de la negación, una de las características de este gobierno. El problema no existe y si existe es por culpa de los otros que conspiran contra el estado de bienestar de los argentinos, éste parece ser el credo kirchnerista. Sí, el gobierno necesita un psicólogo. Un terapeuta acá, por favor.
La crisis del campo tapó todo y descubrió todo al mismo tiempo. La agenda política y mediática sólo está ocupada por este tema, el resto desapareció e incluso cuestiones tan importantes como la seguridad, la inserción de la Argentina en el mundo y la valija de Antonini Wilson ya no aparecen en los principales lugares de interés. Pero el conflicto también puso al descubierto la impericia de un gobierno para resolver un problema complejo, que involucra a uno de los sectores más importantes de la economía. Y, que además, de manera directa e indirecta termina por arrastrar a todo el interior. Temas como el federalismo, la coparticipación de impuestos y la autonomía de los gobernadores volvieron a debatirse.
El gobierno cada vez se encierra más en sí y el círculo de decisión del matrimonio presidencial sigue achicándose, en una consecuencia lógica que el que disiente se convierte en el enemigo. La falta de verdaderas políticas de estado también la hizo manifiesta el conflicto agropecuario. De otro modo no puede comprenderse que recién a tres meses de haber estallado una crisis –que la Presidenta niega- el gobierno haya anunciado veinticuatro horas atrás el destino de lo recolectado a través de las retenciones móviles. En política los tiempos son tan importantes como los objetivos, el kirchnerismo no desconoce esta arista del poder. Cabe hacerse dos preguntas: ¿Si los productores hubieran aceptado las retenciones móviles no se construían hospitales, ni escuelas ni caminos? ¿Si baja el precio de la soja dramáticamente se terminó la política de salud pública? Desafortunadamente, el Programa de Redistribución Social, un nombre demasiado pomposo, se parece más a una chicana política para encerrar a los ruralistas que a una herramienta de gestión gubernamental.
El proyecto del tren bala es otro hito de estos primeros seis meses de gobierno, al que la Presidenta definió como “un salto a la modernidad” que aparentemente le costará al país cerca de U$S 4.500 millones. No parece el mejor exponente de una sólida política de distribución del ingreso, mientras los hospitales en Formosa no tienen hilo quirúrgico para hacer suturas o hay que rezar para poder cargar nafta y gas oil en el Gran Buenos Aires.
En estos seis meses Cristina Kirchner ha experimente contundentes bajas en su imagen positiva, hay encuestas que indican que el descenso alcanza a los 26 puntos y otras al 19. Más allá de cuál de los estudios sea el correcto, no puede negarse que la imagen presidencial ha sufrido un deterioro profundo, que por supuesto apenas es admitido por los más encumbrados funcionarios.
Han sido seis largos meses en los que el atril está gastado, el puño crispado sigue en alto y ha crispado el ánimo de muchos argentinos entre los cuales hay no pocos que votaron a Cristina Fernández. Los golpes de efecto se tornan cada vez más insuficientes para disimular los errores políticos y la falta de gestión. Las formas, sobreactuadas, invadieron los contenidos banalizándolo todo donde la lógica que impera es el estado de beligerancia permanente. La Presidenta grita pidiendo diálogo. Sostiene que hay que “hablar, no imponer”; siempre y cuando nadie disienta con una de las imposiciones del gobierno. Esas no se negocian ni se hablan.
Néstor Kirchner cuando terminó su presidencia dijo que nos había sacado del infierno, es difícil saber dónde estamos ahora pero éste seguro que no es el Paraíso.
4 comentarios:
La foto parece presagiar: "Los voy a meter presos a los cinco, a Miguens, Llambías, Buzzi, Gioino y De Angelis"
Las políticas de este gobierno como las del ex presidente en funciones no es otra cosa que una constante fábrica de pobres, necesarios en los actos partidarios y como votantes al momentos de las elecciones.
El rol del Estado es trabajar para el bien común, en cambio este Estado trabaja para el bien particular de unos pocos que ocupan cargos gubernamentales o están muy cerca de ellos.
Que las retenciones se destinen a obras no estaria mal, sin embargo debemos recordar que
1. se esperaron 90 días para anunciarlas y
2.que el encargado de la administración de las mismas es Julio De Vido, y con solo nombrarlo ya digo bastante.
Todo es confrontación, y de esta forma no vamos a ninguna parte. Deberíamos recordarle a la Sra. Cristina que la DEMOCRACIA es el sistema que nos permite vivir libremente entre opiniones diferentes, algo que la Sra. Cristina no está muy de acuerdo en aceptar.
Coincido en alto porcentaje con este artículo, y creo que lo que se dice es lamentablemente real.
De su lectura me surge la siguiente duda cuasi-metafísica: ¿cuales son los motivos que impulsan a nuestra original "dupla" presidencial?, porque está claro que la vocación de servicio -o como quieran llamarla- no es.
Entonces, la lógica indica que quedarían solo dos motivos suficientemente fuertes: El Poder y El Dinero, que muchas veces forman una dupla -caramba, que coincidencia- dirían Les Luthiers.
Como conclusión, cabría sugerir a la primera dupla -la presidencial- que contraten a un buen psiquiatra y que se dediquen a la actividad privada, que en nuestro país no da tantos dividendos como la política, pero es bastante mas tranquila.
Además, a juzgar por las dificultades que parecieran tener para justificar su nada despreciable patrimonio, ya tienen un camino abierto. ¡Continúen por él, y buena suerte!
Y a nosotros, por caridad, hágannos el favor de privarnos de su presencia pública.
Eduardo.
www.halavisi.blogspot.com
Perdón por mi insistencia, pero con el comentario anterior no me alcanzó.
Me extraña que nada se diga -al menos no lo he escuchado- sobre la deliberada imitación que nuestra presidente realiza de los modos y tonos de los discursos públicos de Evita. Como recurso me parece francamente de cuarta, y una ofensa a la inteligencia del pueblo. Si alguien duda de mis palabras, confronten por favor el modo de expresarse de CFK cuando sus disertaciones son "for export" o "de cabotaje" y luego me cuentan.
Y para terminar -por hoy- quisiera tener la suficiente capacidad de expresión para explicar mi mas profundo desconcierto como hombre "de izquierdas", cuando escuché a nuestra presidente, durante el acto de asunción, referirse a que su esposo estaba sentado a su izquierda, pero no debía creerselo... ¡¡como si ella (o él) fuesen el Che Guevara!!
Veramente incredibile, como hubiera dicho mi abuelito piemontes.
"Se sabe" que hay gorilas de derecha y de izquierda, y no faltará quién me coloque la segunda etiqueta. Bueno, lo lamento por "él o ella", porque no entiende nada de nada.
Nota: Aconsejo enfáticamente esto de mencionar ambos géneros, porque es políticamente re-correcto.
Saludos.
Eduardo.
www.halavisi.blogspot.com
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