UN FINAL ANUNCIADO

El final no resulta novedoso, las negociaciones entre el gobierno y el campo fracasaron y los productores vuelven a las rutas. Era impensable otro resultado luego de las sistemáticas dilaciones del gobierno, que tuvieron su clímax ayer luego de una extensa reunión de reunión entre Alberto Fernández y los integrantes de la mesa de enlace. Al término del encuentro Eduardo Buzzi, presidente de la Federación Agraria Argentina, dijo que el Jefe de Gabinete había admitido que el gobierno “se había equivocado” con las retenciones móviles e iban a estudiar modificaciones. La buena noticia para los productores no duró más de tres horas. Alberto Fernández salió duro contra los dirigentes a aclarar que el tema de las retenciones no se había discutido en el encuentro y una vez más ratificó que la medida no sería dejada sin efecto. Es obvio que alguien está faltando a la verdad, no puede ser que ambos tengan razón. Nadie está medio embarazado. No hay término medio.
Sólo la tozudez de un gobierno empeñado en ver de rodillas a los productores explica, ya no el fracaso de las negociaciones luego de la tregua que se autoimpuso el campo, sino que la medida que dio origen al conflicto –las retenciones móviles- ni siquiera se hayan discutido.
A diferencia de lo que suponía el Señor K, los productores no cayeron en la trampa del esmerilamiento y dilaciones a lo que los fueron sometidos. Néstor Kirchner esperaba que los ruralistas perdieran la paciencia y se lanzaran masivamente a cortar rutas, romper el diálogo y producir desabastecimiento de los productos de primera necesidad. Así, el gobierno podría acusarlos de ser los responsables del aumento de la inflación –como lo ha venido haciendo-, de ser insensibles a las necesidades de la sociedad debido a su codicia. Así, especulaba el ex presidente, la sociedad argentina se pondría en contra de los reclamos. Pero el campo no mordió el anzuelo. La dirigencia fue cauta y primó la cordura. La protesta durará una semana, hasta el 15 de mayo, y buscaron una modalidad para no quedar entrampados en acciones que los pusieran en contra de la opinión pública. A diferencia de lo que sucedió durante el primer paro, se garantiza el transporte de alimentos, y sólo serán parados los camiones cargados con granos que tengan como destino la exportación. Esta medida, si bien no generará desabastecimiento es preocupante para el gobierno, porque no entrarán divisas y es probable que el Banco Central se vea obligado a seguir vendiendo dólares para mantener la cotización. Obviamente, esta decisión también repercutirá en el ingreso de fondos de las arcas públicas.
En todo momento, los integrantes de la mesa de enlace fueron muy explícitos al decir que no van a cortar las rutas, pero que va a haber productores a la vera de los caminos y asambleas en decenas de puntos del país. La otra medida novedosa y preocupante para el gobierno es que los dirigentes anunciaron que van a visitar a los gobernadores, intendentes y legisladores para explicar la posición del sector. Sin lugar a dudas, en este punto el campo decidió doblar la apuesta politizando el conflicto, pero en el buen sentido; es decir obligando a los dirigentes más cercanos a la gente a tomar partido. ¿Por qué esta acción debería preocupar al gobierno? Porque los intendentes y los gobernadores, para no echarse su propio electorado encima, se van a ver obligados a tomar partido y parece difícil que lo hagan a favor de un gobierno que sólo los tiene en cuenta cuando hay elecciones y después los hace mendigar para conseguir el dinero necesario para financiar el funcionamiento de sus provincias y municipios. No hay que olvidar que en medio del paro, el gobernado de Córdoba, Juan Schiaretti, escuchó a los productores y fue muy reprendido por el gobierno nacional. “Nosotros ganamos la provincia por los votos del campo, porque en Córdoba capital Juez nos sacó veinte puntos”, explicó un diputado mediterráneo. Al gobierno le será muy difícil convencer a los dirigentes provinciales para que se pongan en contra de sus propios votantes. La misma situación, aunque de manera más explícita, sucederá con los intendentes de los pueblos. Nadie va a rifar su futuro político por un gobierno que reina de la General Paz para adentro.
A partir de hoy a Cristina Fernández de Kirchner, le será difícil responsabilizar a los productores de causar desabastecimiento, golpistas y comportarse como dueños y no como argentinos. ¿Qué dirá la Señora presidenta ahora en su habitual tono crispado?
Es difícil hablar de intransigencia cuando los productores se autoimpusieron una huelga de un mes, que prorrogaron una semana y el nudo del conflicto ni siquiera se trató. El principal obstáculo es el gobierno que cree más en las apariencias que en la realidad y no quiere aparecer cediendo frente a los reclamos de uno de los sectores más importantes de la sociedad. Además, no sólo esto sino que cualquier anuncio de importancia que se haga, el kirchnerismo pretende hacerlo el 25 de mayo. Día en el que está previsto relanzar el gobierno de Cristina (nota aparte: no suena nada tranquilizador relanzar un gobierno con poco más de cinco meses en el poder) y anunciar el pacto social; que como se recordará ya había sido lanzado hace un año.
El gobierno no entiende o no quiere entender que la lógica de la capitulación dejó de dar resultados hace mucho.

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