Finalmemte, Cristina Fernández de Kirchner develó el misterio sobre el gabinete con el que iniciará su último mandato presidencial. En realidad es un misterio que menor significado política que con otras administraciones porque, como se sabe, salvo por algunos ministerios clave, el resto del gabinete no tiene un importante peso político dentro de la forma de gobernar que tiene el kirchnerismo.
Sin lugar a dudas la principal novedad fue la decisión de la Presidenta de nombrar como Jefe de Gabinete, en reemplazo de Aníbal Fernández, a Juan Manuel Abal Medina; quien se venía desempañenando como Secretario de Comunicación. Una posición clave dentro del gobierno porque era el encargado de distribuir la millonaria pauta oficial, que el kirchnerismo ha utilizado como una eficaz herramienta –en muchos casos- para construir el relato oficial a través de los medios oficiales pero también utilizando el sistema de medios para oficiales que se nutren de la publidad estatal como pirncipal fuente de financiamiento. En este marco, no cabe duda que Abal Medina es una persona de extrema confiaza de Cristina Fernández de Kirchner, que es lo que la Presidenta privilegió a la hora de designarlo en el puesto más poderoso que tiene Poder Ejecutivo después del de presidente. Además, el ascenso de Abal Madina también marca la ratificación de la alianza de Fernádez de Kirchner con la juventud, que es una de las improntas que la Presidenta le quiere dar a lo que se ha dado en llamar el “cristinismo”. Pero hay otros elementos que la Presidenta debe haber tenido en cuenta para que su decisión recaiga sobre el hasta ahora Secretario de Medios. Es un cuadro totalmente disciplinado que suele decir que el gobierno “no debate ni discute”. Un soldado, sin estructura propia y con el perfil muy bajo, en contraste –por ejemplo- con Amado Boudou y con el flamante Senador Aníbal Fernández. En este sentido, es difícil pensar que Abal Medina le imprima al cargo la impronta tan combativa desde lo discursivo y a veces casi pendeciera que fue casi un sello distintivo del Jefe de Gabinete saliente. Es de imaginar que Abal Medina tenga un perfil más bajo pero mucho más ideologizado, más refinado en las formas pero mucho más combativo desde los argumentos de fondo, especialmente con aquellos que tienen que ver con la profundización del modelo. Al fin y al cabo Aníbal siempre fue peronista y del Conurbano para más datos, una verdadera marca registrada que implica todo un estilo de hacer política. Abal Medina no es peronista, militó en el Frente Grande y llegó al gobierno de la mano de Alberto Fernández, pero se quedó luego de la salida de éste. No se manchó en el barro del Conurbano bonaerense y tienen una marcada formación técnica. No es ilógica pensar que su designación implique profundización del modelo nacional y popular desde la gestión y una desperonización de Cristina, un viejo anhelo de la muchachada de La Cámpora que está convencida que la vieja estructura del PJ es anacrónica y hace mucho dejó de ser una maquinaria electoral efectiva.
Por spuesto que con el ascenso de Abal Medina se diluyeron las aspiraciones de Florencio Randazzo, que había dejado trascender a través de sus operadores que aspiraba a ocupar la Jefatura de Gabinete, y en cambio seguirá al frente del Ministerio del Interior. Randazzo tiene un perfil muy distinto al del flamente Jefe de Gabinete: es peronista, tiene una buena relación con los barones del Conurbano, cuenta con una estructura propia en la Provincia de Buenos Aires y aspira a ser gobernador. Si bien cuenta con el atributo de la juventud, muy apreciado por el kirchnerismo, su perfil no es el de un joven K sino que pertenece a esa estructura justicialista clásica que La Cámpora pretende desmonatr o en el mejor de los casos reconducir.
En un minimalista cambio de gabinete, la otra sorpresa fue la designación de Hernán Lorenzino como reemplazante de Amado Boudou en el Ministerio de Economía, quien hasta ahora se venía desempeñando como Secretario de Finanzas Públicas. Es una sorpresa porque siempre se dijo que Lorenzino era el candidato Boudou para que lo sucediera y, como se sabe, el electo vice presidente parece haber caído en desgracia dentro del kirchnerismo debido a su alto perfil, su oposición a las medidas que tomó el gobierno para controlar la fuga de capitales –ideadas básicamete por Mercedes Marcó del Pont- y la torpeza que cometió al querer ocuar de Néstor Kirchner frente a un grupo de intendentes de la Provincia de Buenos Aires. Expresiones que habrían llegado a oídos de Máximo Kirchner y habría decidio cortarles las alas. Pero el malestar con el saliente Ministro de Economía quedaron al descubierto cuando la Presidenta en un acto celebrado en Puerto Madero lo llamó “concheto”. Ese día, Amado Boudou sufrió en público el estilete de la Presidenta que ya lo había experimentado Daniel Scioli como vice y en mayor medida Julio Cobos. Es por ello que era logico esperar que las acciones de Lorenzino para reemplazar a Boudou habrían sufrido una dramática baja. Sin embargo, su nombramiento parece una victoria para el alicaído vice presidente electo, quien esperaba que Lorenzino lo sucediera para seguir teniendo influencia en Economía. Además, con el nombramiento de Lorenzino, Boudou le gana la pulseada a Mercedes Marcó del Pont, que también había sido mencionada para ocupar el cargo y en cambio se quedará al frente del Banco Central. Ahora, el paso de los días determinará si Boudou seguirá pesando o se dedicará a tocar la campanita del Senado como al parecer no pocos cristinistas quieren.
Hernán Lorenzino llegó al Ministerio de Economía de la mano de Carlos Fernández en el 2008 y llevó adelante las negociaciones con el Club de París, que muchos dicen que están prácticamente concluidas pero que hasta el momento no se han hecho anuncios al respecto, y la segunda operación de canje de deuda llevada adelante en el 2010 destinada a los holdouts que quedaron afuera de la primera reestructuración. En síntesis, Lorenzino estaba a cargo de implementar las políticas de lo que el gobierno ha dado en llamar desendeudamiento. Como Ministro de Economía, Lorenzino deberá diseñar la magnitud del ajuste que ha dado sus primeros pasos con el anuncio de la quita de subsidios, recuperar el superavit fiscal, cerrar las negociaciones con el Club de París, llegar a un acuerdo con los holdouts y, por supuesto, ocuparse en serio del combate a la inflación. Una cuestión que hasta el momento el gobierno no ha dado señales, más allá de la mención que hizo Cristina Fernández de Kirchner durante la conferencia de la UIA. En suma, Lorenzino tiene por delante el trabajo de un verdadero cirujano, en un contexto económico interno y externo que desde la crisis del 2009 no es favorable.
En un cambio de gabinete, no sólo es importante analizar los hombres que llegan sino también los que se quedan porque en muchos casos tienen una relevancia política importante. Julio De Vido y Carlos Tomada son dos casos que conviene analizar. En primer lugar, es obvio que el primero no se convirtió en Jefe de Gabinete ni en Ministro de Economía, como se especuló durante varias semanas; ni el segundo se fue del gobierno como se había dicho que era su deseo después de estar ocho años al frente del Ministerio de Trabajo. Es muy probable que ambos permenezcan en el gobierno por razones bastante parecidas, son los dos ministros que tienen trato directo con la CGT y son dos funcionarios muy experimentados en la cuestión. De Vido, desde las elecciones, se ha convertido en la cara visible del operativo impulsado para desmontar los subsidios y reestructurar Aerolíneas Argentinas. En los anuncios opacó a Amado Boudou y a Mariano Recalde dejándolos en un segundo plano, quedando demostrado que la Presidenta lo elige cada vez que hay que tomar decisiones estratégicas. No cabe dudas que su peso político dentro del gobierno creció en los últimos tiempos después que en varias oportunidades se lo mencionaba con un pie afuera. Además, hoy es el interlocutor que tiene el gobierno con Hugo Moyano, tarea para la cual De Vido debe demostrar toda su capacidad negociadora para intentar descomprimir el cada vez más menos disimulado conflicto con el líder sindical. Por su parte, Carlos Tomada deberá llevar adelante las que tal vez sean las paritarias más complejas de la era kirchnerista. Sin los subsidios que impactará directamente sobre el bolsillo de los trabajadores, con una actualización salarial que el gobierno pretende que sea superior al 18 por ciento y con el mínimo no imponible pisado, Cristina Fernández optó por un funcionario que ya ha probado eficacia al frente de la cartera de Trabajo, pero al igual que De Vido, Tomada también deberá demostar su muñeca política y maniobrar sin colisionar con Hugo Moyano y sus aliados, cada vez más distanciados del gobierno y, por el momento, en un seguro rumbo de colisión.
Cristina Fernández de Kirchner retocó el gabinete. El nombramiento de Juan Manuel Abal Medina como Jefe de Gabinete implica emprimir la impronta del Cristinismo, en una estrcutra primigeniamente diseñada por Néstor Kirchner. Pero el mantenimiento de Julio De Vido y Carlos Tomada en sus cargos, refleja su decisión de seguir contando con dos funcionarios experimentados que deberán amortiguar el conflicto con la CGT y las consecuencias de un ajuste que ya se puso en marcha. La llegada de Lorenzino a lo más alto del Ministerio de Economía, más allá de la victoria de Amado Boudou, bien puede explicar el intento de la Presidenta que la Argentina cierre sus conflictos económicos internacionales todavía abiertos y vuelva al mercado de voluntario de crédito en un contexto mundial que no es para nada favorable.
El otro cambio es la llegada como Norberto Yahuar como reemplazante de Julian Dominguez al frente del Ministerio de Agricultura, Ganadería, Pesca y Aimentación. No fue una sorpresa y tal vez haya sido el reemplazo más sabido y el que menos expectativas despertaba porque todo estaba parcaticamente claro desde un primer momento.
El resto del gabinete sigue igual, con ministros casi mudos –el caso más notorio es el de Héctor Timerman que por ahora sigue al frente de la Cancillería- y sin peso político porque si a alguien no le quedó claro; la que gobierna es Ella.
Es claro que Cristina Fernández de Kirchner quiso apostar a lo que conoce, a lo que ya sabe que le da buenos resultados porque los próximos cuatro años no serán de abundancia y lo que se viene es la adminsitración de la escasez.
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