Muchos recordarán a muchos políticos sosteniendo ampulosamente que la Argentina necesita firmar un Pacto de la Moncloa. “Debemos seguir el ejemplo de España”, se recuerda una y otra vez. Parece que con sólo mencionar esta posibilidad, como por arte de magia, los acuerdos aflorarán como el dengue. Por supuesto no ha sido así y esos mismos políticos olvidan que no hubo un pacto sino 23 y que a España le llevó mucho tiempo acordar esa agenda que cimentó su actual democracia.
La actual realidad argentina desde hace mucho tiempo requiere acuerdos que hagan del país un lugar previsible para recomponer la confianza perdida. Eso también es una sensación que aumenta día a día y que el matrimonio presidencial supo conseguir. Los argentinos tendemos a abusar de la grandilocuencia en prácticamente todos los órdenes de nuestras vidas, y finalmente nunca terminamos de alcanzar ni lo mínimo ni lo máximo. En este contexto significa que no sólo nunca alcanzamos a concretar un Pacto de la Moncloa, ni tampoco un acuerdo mínimo sobre el rumbo del país. A la hora de ser justos hay que destacar que gran parte del arco opositor ha intentado, en algunos casos con buenos resultados, establecer acuerdos en lo que se refiere a la agenda parlamentaria.
El adelantamiento de las elecciones ha acelerado los tiempos de todos en la Argentina, pero la oposición debería hacer un esfuerzo para acordar en la campaña una agenda de temas que deberán ser puestos en la consideración del Congreso. No es necesario hablar de pactos grandilocuentes, sino sencillamente tomar un compromiso frente a la sociedad que habrá una serie de temas que indefectiblemente serán promovidos por al oposición. Hoy hacer un vaticinio sobre los resultados electorales sería poco responsable, especialmente porque aún no se sabe si Néstor Kirchner será o no candidato. Sin embargo, el escenario más realista que hoy se puede trazar es que el oficialismo perderá esas mayorías automáticas que convirtieron al Congreso en una escribanía de la Casa Rosada. A partir del 10 de diciembre el Congreso ganará en robustez institucional y será un protagonista indiscutido de la política. Por esta razón, la posibilidad que la oposición acuerde una agenda parlamentaria dejará de ser sólo una cuestión testimonial.
La oposición podría acordar el siguiente temario para que sus legisladores lo impulsen ene l Congreso: 1) Plan integral agropecuario, donde estén incluidas la baja de las retenciones. Probablemente, éste punto sea el más avanzado 2) la derogación de los superpoderes 3) El restablecimiento de la composición original de la conformación del Consejo de la Magistratura 4) La derogación de la ley que regula los Decretos de Necesidad y Urgencia, la actual redactad por la Presidenta en sus tiempos de legisladora es inconstitucional 5) El tratamiento de una nueva Ley de Coparticipación Federal de Impuestos 6) Plan integral de seguridad 7) Una ley que permita volver a un INDEC creíble 8) La conformación de una comisión de investigación parlamentaria para determinar el uso de los subsidios 9) El rechazo del veto presidencial a la ley de protección de glaciares y la zona periglacial y 10) Una reforma política que por lo menos establezca la implementación de la boleta única.
Estos son algunos temas sobre los que la oposición podría acordar de cara al próximo periodo ordinario de sesiones. No son muy ambiciosos y sobre ellos ya se ha pronunciado la sociedad en numerosas oportunidades. Desde luego, llegar a una posición conjunta llevará tiempo, en los que será necesario el diálogo y la búsqueda de consensos que supere la mera declamación de campaña. Ahora que estos términos han recobrado potencia como consecuencia del fallecimiento del ex presidente Raúl Alfonsín, la oposición tiene la oportunidad que hayan sido protagonistas de una moda pasajera.
1 comentarios:
De acuerdo. Yo agregaría a la lista de acuerdos básicos, la implementación de un plan nacional educativo.
Y pensando en propuestas un poco mas ambiciosas, habría que comenzar a trabajar en...
1) La promulgación de una ley de revocatoria de mandatos.
2) Poner límites al poder presidencial, como un paso hacia el cambio de nuestro sistema presidencialista por uno parlamentario.
Disculpame Martín, pero sería bueno que aclares si la última línea de tu nota está mal redactada, o es un acto fallido.
Saludos.
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