FUERA DE CONTROL

Néstor Kirchner está llevando al país al borde de la crispación y pretende convertir una elección de medio término, en una encerrona institucional inédita desde la vuelta de la democracia. Su decisión de arrastrar al gobernador Daniel Scioli a la lista de candidatos y su intención que hagan lo mismo todos los gobernadores  e intendentes del oficialismo, pone de manifiesto debilidad y desesperación. Es obvio que Kirchner no entendió el mensaje que la sociedad transmitió en la despedida del ex presidente Raúl Alfonsín. La gente pidió diálogo, consenso, respeto por las instituciones y más democracia; pero Kirchner decidió ignorar el clamor popular y ya no duda en apostar todo su capital político en una última mano. Parece que Elisa Carrió no se equivocó cuando semanas atrás dijo que Néstor Kirchner tenía mucha capacidad de daño. El verdadero presidente decidió quemar todo mientras comienza su retirada política, como lo hicieron los jujeños bajo las órdenes de Manuel Belgrano que su mujer evocó días atrás.

Néstor Kirchner está transformando las próximas elecciones en una caricatura democrática. Si sus planes se convierten en realidad, los argentinos que voten al oficialismo estarán votando por candidatos de ficción porque no asumirán. Sería la institucionalización del engaño, en un claro desprecio por las instituciones y por la voluntad popular. El plan de Kirchner para su consumación requiere convertir a los votantes en un puñado de autómatas adiestrados a fuerza de limosnas electorales para que hagan lo que se les ordena. La estrategia kirchnerista se basa en infundir miedo porque si esta elección se está convirtiendo en un gran plebiscito, aquellos que pierdan no deberían volver a sus intendencias y gobernaciones; y sobrevendría el caos. Claro, pero en el mundo Kirchner todo es posible y tal vez vuelvan a ocupar sus lugares aunque irremediablemente más débiles. Queda claro que Néstor Kirchner está poniendo en serio riesgo la gobernabilidad del país y está llevando a la Argentina al borde de una crisis institucional cuyo final es impredecible. Una derrota del oficialismo arrastraría al gobierno de su mujer, poniéndolo en una situación de debilidad muy peligrosa.

El señor Kirchner ha decidido quebrar todas las barreras y pretende revalidar sus títulos o provocar un suicidio en masa. Los gobernadores justicialistas deberían ponerse en alerta, algunas fuentes sostienen que ya lo están, y enfrentar a Néstor Kirchner como en su momento hicieron con Eduardo Duhalde. A esta altura de los acontecimientos, las palabras de Emilio Pérsico recobran vigencia y aunque en su momento haya sido criticado por todo el gobierno parece que era cierto que si el oficialismo pierde las elecciones se van a tener que ir. Tal vez, no del gobierno nacional pero sí de muchas intendencias y gobernaciones. ¿Podría volver a gobernar Daniel Scioli si queda segundo?

La otra cuestión que también va quedando comprobada es que la crisis internacional nada tiene que ver con el adelantamiento de las elecciones. Como se recordará ese fue el argumento que esgrimió la Presidenta, cuando anunció el envío del proyecto al Congreso. La verdad es que Néstor Kirchner se da cuenta que el poder se le está desvaneciendo, que la tozudez en agravar el conflicto con el campo, la revitalización de la oposición, la baja en las encuestas, la falta de candidatos y la escasez de dinero; lo han convertido en un hombre desesperado que está dispuesto a arrasar todo para evitar una derrota en las urnas. Hasta hace poco tiempo, en el gobierno se pensaba que la Provincia de Buenos Aires estaba asegurada sólo con la candidatura de Kirchner, y que esa victoria podría equilibrar las derrotas en Córdoba y Santa Fé. Sin embargo, las últimas encuestas que lo dan con una intención de voto de alrededor del 28 por ciento lo pusieron fuera de control. Ya no es suficiente con su candidatura, ahora está decidido a arrastrar a todos. Ya no se conforma con que lo acompañen hasta la puerta del cementerio, quiere que todos entren con él.

Como otras veces, hay que mirar la reacción de los gobernadores oficialistas que históricamente han sido capaces de poner límites a los caudillos de turno. Ellos también analizarán las encuestas en sus propios distritos y evaluarán hasta dónde están dispuestos a arriesgarse en la intentona pergeñada en la Quinta de Olivos. Probablemente, para Daniel Scioli las cartas ya estén echadas y el déficit del $ 5.000 millones con que la provincia cierre el año le reste capacidad de acción.

Por estas horas, Mauricio Macri también debe estar evaluando si en este contexto le conviene ubicar a Gabriela Michetti como candidata a diputada nacional abandonando su cargo de vicejefa de gobierno. Si el jefe de gobierno insiste con su idea no tendría argumentos muy sólidos como para oponerse a la estrategia kirchnerista. En un punto Kirchner y Macri tienen problemas similares.

Néstor Kirchner está fuera de control, arma tableros políticos, los prueba y luego los destruye porque su objetivo no es reparar los problemas. En su lógica pretende construir una verdad que no es la realidad.

 

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