Napia, Poronga, Lassie, Patota; son algunos de los sobrenombres más populares de Guillermo Moreno, el todavía secretario de comercio interior. A lo largo de este fin de semana fue el funcionario más mencionado por los medios, y gobernadores –oficialistas y opositores-, diputados, líderes de la izquierda y la derecha y sindicalistas, todos, piden la renuncia del Napia. Incluso el mismo Sergio Massa, el flamante jefe de gabinete, declaró que había que trabajar en volver a darle credibilidad al INDEC. Un obvio tiro por elevación a Poronga Moreno, que como se sabe, ha convertido ese organismo en un feudo privado regenteado por su propia patota; señalada por los dirigentes de ATE como los responsables de los actos de violencia de la semana pasada. Hasta el malogrado Martín Lousteau definió el trabajo de Patota de “una ineficacia implacable”.
Guillermo Moreno se ha convertido en un emblema de la era kirchnerista, cuya sola presencia convierte en fallido cualquier intento de oxigenar una administración deshilachada. El Napia se hizo célebre por sus “acuerdos” de precios que conseguía a fuerza de aprietes, amenazas e insultos; y alguna que otra exhibición de armas de fuego. Pero su metodología hace rato que dejó de dar resultados, ya nadie le teme y según dicen sus días están contados. Sin embargo, Patota sigue siendo secretario de estado y al parecer su relevo se produciría en unos quince días. El matrimonio gobernante opina que desprenderse de él mientras se pide su renuncia, implica que se le marquen los tiempos. Curioso que un gobierno que siempre habla de diálogo y consenso mantenga entre sus filas, a alguien que ha hecho del apriete su principal herramienta de gestión.
Sergio Massa sabe que en algún momento deberá pedir la cabeza de Moreno, porque de otra manera se convertirá en un adversario que no dudará en esmerilarlo. El mismo tratamiento que le aplicó al inexperto Lousteau, a quien llamaba “pendejo” a pesar de ser su jefe; claro pero sólo en el organigrama del ministerio de economía. Pero Massa no es Lousteau, tiene el cuero más curtido y aprendió a hacer política con los tiempos de Eduardo Duhalde.
Los precios, que no paran de subir, son hasta ahora el único enemigo que los aprietes del Napia no han podido doblegar. La inflación anual se calcula entre el 25 y el 30 por ciento, aunque Napia nos quiere hacer creer a todos que no supera el 10.
Las frases de Guillermo Moreno son antológicas, como cuando dijo que “va a llover gas oil”. Hace mucho que ya nadie anda con paraguas porque si hay algo que escasea en
Moreno es Kirchner y sólo cumple sus órdenes, como cuando se encargó boicotear las negociaciones entre la mesa de enlace y Alberto Fernández.
Hay quienes sostienen que Moreno se irá de la secretaría de comercio, pero que se le está buscando otro lugar en el gobierno. Los Kirchner no quieren aparecer como cediendo frente a las presiones de todos los que piden que el “guardián de los precios” se vaya de una vez por todas.
Ahora bien, la concepción de Guillermo Moreno acerca de la inflación y de los precios –al igual que la de Néstor Kirchner-, es en punto muy infantil. Nadie seriamente puede pensar que dibujando los índices del INDEC la gente se va a creer que cuando los precios suben en realidad bajan. Es casi el razonamiento de un chico, que cree que la realidad la puede construir como mejor quiera. El problema con Moreno es que hace rato que dejó de ser un chico –un tema que bien le convendría charlar en terapia-, y además es funcionario público y lo más grave es que el matrimonio presidencial lo sigue mancando. Sin embargo, lo más grave que hasta ahora, los aprietes de Patota parecen ser la única estrategia del gobierno para combatir la inflación: estamos en el horno.
Los Kirchner creen que sostener a Poronga mientras políticos y empresarios hacen cola para pedir su renuncia es una muestra de fortaleza. Es una forma anacrónica de entender la política y el poder, que nada tiene que ver con la mentalidad de un estadista. Contrariamente a lo que piensa el matrimonio, que Moreno siga en funciones es un síntoma de debilidad y de falta de gestión. También muestra un gobierno muy poco versátil a la hora de amoldar sus estrategias de acuerdo con la realidad, que siempre es variable y nunca estática.
4 comentarios:
Excelente nota Martín. Ahora yo digo: si Moreno existe es porque el matrimonio lo respalda en todas sus acciones y dichos, lo mismo que a De Vido, Jaime, Pichetti, Kunkel, D'Elia, Bonafini y la lista se hace demasiado larga, en resumidas cuentas "la culpa no la tiene el chancho".
A continuación te envío esta nota:
Hoy por hoy surge en los medios una salud colapsada. Un sistema educativo que da lástima. Una obra pública inexistente. Un sistema de seguridad caótico. Una presencia internacional crispada por deudas impagas. Un canje que no cambia nada y un camino sin rumbo que corrobora la condena al éxito anunciada alguna vez por Eduardo Duhalde. Los ciudadanos argentinos estamos, sin lugar a dudas, condenados al éxito. Al éxito de ellos. Al éxito personal del matrimonio ególatra y su séquito de colaboradores y funcionarios aduladores y obsecuentes.
Éxito que se traduce en ese chiquitaje que no sale de la acumulación de bienes y dinero. Otros valores no caben en el balance de pagos de una dirigencia cuya ambición impide ver que la vida es algo más que poder y riqueza material.
La Presidenta por otra parte, dá la impresión que siempre está fuera de los hechos serios que nos convocan a todos los argentinos. Nunca un asunto que hace mella en la ciudadanía toca de cerca a la jefa de Estado. Su lejanía con los problemas del pueblo es directamente proporcional a la brecha que hay entre la realidad y su conocimiento de ella.
Ante acontecimientos que cercenan a la sociedad, la ausencia de la primer mandataria es dato inexpugnable. Cuando la gente necesita un liderazgo que oriente o responda interrogantes, no es Cristina Fernández la que se hace presente, por el contrario ante la contundencia de reclamos no hay reacción de parte de la primer mandataria.
Toda su fuerza está absorbida por una demagogia puesta al servicio de la compra-venta de votos o la ilusión de consenso y de poder. Lo que es, no importa. Lo que parece ser, es lo que cuenta.
La Sra. no pelea contra conflictos o asuntos concretos. La Sra. pelea contra enemigos inexistentes para hacer creer que hay una presencia activa y fuerte en el Ejecutivo cuando, en rigor de verdad, sólo hay una gramática ampulosa y mediocre y una "banda" dispuesta a negociar por debajo de la mesa para que retorne la "normalidad".
Para Cristina Fernández es más fácil volver a los setenta que avanzar al bicentenario, pero de verdad, no con ese invento para llenar y mover aire. De todos modos, en ambos, hay un espacio común para la presidenta de las ausencias: se trata de la inacción manifiesta.
Finalmente, lo que debe tenerse en consideración detrás de todo el show (cornetas de por medio) es el incremento del gasto público. Es menester mantener el pan y el circo, eso cuesta caro y lo paga el pueblo. Es decir, que la gente esté entretenida en menudencias, que haya politiquería para el vulgo. Grandes titulares con hechos que duren 24 ó 48 horas no más. Temas capaces de despertar debates aún cuando éstos no aporten un ápice al rescate de una Argentina perdida.
Martin, estoy en tu todo de acuerdo con lo que expresas en tu nota. Solo me permito agregar que, para que este personaje actúe de la manera patoteril en que lo hace y este acompañado de patovicas, tiene que estar avalado obviamente por alguien, verdad?
Yo creo que, quien valida sus actos y dichos no es otra que la presidenta.
Entonces quien es peor: Moreno o quien lo valida y respalda?
Un saludo cordial
Ivonne
Martin Pitton...
Si a Moreno lo llaman Poronga... cómo la llaman a Cristina Kirchner?
Sigo pensando... de cualquier manera si tenés alguna pista, y me la mandás ... más que agradecido !!!
Lo ví en la verdulería
comprando papa y cebolla
pues se arruga y no se abolla
su deber con el hogar
Le habían dado los dineros
para que alcance y no sobre
leyendo de sus informes
los precios para pagar
Lo apremiaba la evidencia
de los hechos consumados
porque el importe sumado
no estaba en su billetera
pero en gran maniobra artera
el hombre peló su fono
y cambiándosele el tono
con manera patotera
convocó a unos doce monos
para venir al lugar
Al rato llegó el apoyo
de sus muchachos grandotes
que bajaban con garrotes
a enseñarle al verdulero
que diez mas uno da cero
las decenas no se llevan
y centenas y milenas
son damas para bailar.
Contento llegó a su casa
el Napia con la verdura
y advirtió con amargura
que el chiste ya no hace gracia
y aquel que otrora aplaudía
sus chistes y su bravura
reclamandole cordura
le pego con una Massa
Cristian
Publicar un comentario