El gobierno comienza una semana clave, tal vez la más importante desde que Cristina Kirchner es Presidenta. El campo analiza levantar el paro antes de lo programado, para no seguir desaireando el diálogo propuesto por el gobierno y volver a la mesa de negociación; pero también porque los dirigentes entienden que la sociedad reclama que de una vez por todas se resuelva el conflicto, que ya lleva más de dos meses. Pero para que el diálogo sea verdaderamente fructífero, el gobierno deberá negociar en serio y respetar los acuerdos ya firmados y los que se vayan a rubricar. Ahora, no hay margen para que Guillermo Moreno, por orden de Néstor Kirchner, boicotee las reuniones y dinamite cualquier entendimiento. Por parte de los productores, sería muy útil que Alfredo De Angeli baje un poco su perfil. El entrerriano empieza a mostrar síntomas de abandonar la estructura de
En este segundo capítulo, el gobierno deberá sentarse a discutir el sistema de retenciones móviles, un tema que no puede seguir evadiéndolo y probablemente deba ceder en algo. Pero el principal problema para el kirchnerismo no es ceder, sino presentarlo ante la sociedad de tal manera que no parezca lo que es. El kirchnerismo se maneja en el reino de las apariencias, pero a medida que un conflicto escala como ha sucedido con la crisis del campo, se hace cada vez más difícil que la simulación sea efectiva.
La economía empieza a sentir el impacto del conflicto y ésta es la razón de la solicitada publicada el sábado por los industriales y los banqueros. El costo fiscal por la parálisis de las exportaciones asciende a los U$S 1.000 millones. Si se tiene en cuenta que con las retenciones móviles el gobierno esperaba recaudar unos U$S 1.300, el balance aparece claramente como negativo. Las ventas de maquinaria agrícola cayó a la mitad en los primeros cuatro meses del año, que equivale a una pérdida de $ 70 millones y ya se habla que de persistir el conflicto podrían producirse despidos. Además, bajó la venta de ropa, autos y departamentos. El Banco Central pasó de ser vendedor de dólares a comprador para que la cotización no se dispare. Una clara señal que emiten los argentinos cuando empiezan a perder la confianza.
Los costos de esta crisis son demasiado grandes y sólo el orgullo y el autoritarismo pueden explicar las causas del actual contexto político. Néstor Kirchner no logra poner de rodillas al campo, pero si no hay acuerdo pronto todos vamos a terminar arrodillados, incluido el gobierno.
El gobierno está preocupado por el acto del 25 de mayo en Rosario y no sabe cómo hacer para desmontarlo; algo que por el momento parece imposible. El mismo día en Salta el kirchnerismo llevará adelante su propia concentración, pero ya no habrá acuerdo del Bicentenario, ni pacto social ni relanzamiento del gobierno. Sin lugar a dudas, será un día muy distinto al que había soñado el matrimonio presidencial sólo algunas semanas atrás. Se estima que la concentración convocada por los productores será multitudinaria y será imposible que los medios de comunicación no comparen ambos eventos. Pero no sólo se analizarán los actos desde el número de concurrentes, sino que desde el lado del kirchnerismo siempre estará la sospecha de los militantes rentados que ni siquiera saben por qué van.
El conflicto entre el gobierno y el campo ha generado un debate que aún está en estado embrionario pero que tarde o temprano se va a instalar con fuerza. Los gobernadores ven la oportunidad de discutir la coparticipación de las retenciones. Una discusión muy compleja para el kirchnerismo porque apunta a esmerilar su poder de disciplinamiento. Hoy, los mandatarios provinciales tienen que hacer buena letra para que los fondos lleguen. Hermes Binner, Juan Schiaretti; y los ex gobernadores Jorge Busti y Carlos Reutemann están planteando la necesidad de federalizar los fondos. Los intendentes también presionan a los gobernadores en el mismo sentido, porque en muchos casos sus territorios aportan en concepto de retenciones entre cuatro y cinco veces el valor de sus presupuestos. Esa es la discusión que viene, independientemente de cómo se termine resolviendo esta crisis.
La crisis dejará otra conclusión, la falencia de la oposición para hacer política y plantear alternativas de solución. Una oposición casi ausente, cuyos líderes no fueron mucho más allá de las declaraciones casi de compromiso. Casos como el de Hermes Binner, Elisa Carrió, Luis Juez y en algún punto el diputado Francisco De Narvaez fueron algunas de las excepciones; pero no se vio una alternativa orgánica de solución por parte del arco opositor. El congreso fue un módico escenario de la crisis y se desaprovechó una buena oportunidad para “marcar la cancha”, apelando a la frondosa jerga futbolística. Es evidente, que si cualquier expresión de la oposición pretende alzarse con el poder en el 2011 todavía debe transitar un largo camino.
El encuestador Jorge Giacobbe reveló un estudio que es para preocupar a cualquiera. En sólo cinco meses la imagen positiva Cristina Kirchner bajó del 42 por ciento al 23. El 30 por ciento de los encuestados asocia a
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