La reunión entre el gobierno y el campo duró una hora y media. La reunión entre el gobierno y el campo terminó mal. Minutos antes de este nuevo fracaso, Cristina Fernández de Kirchner había dicho que es “mejor negociar que pelear”. Sus palabras no se condicen con los hechos de su gobierno.
Una vez más, el gobierno decidió esquivar la discusión de las retenciones móviles y diferir el tema para la semana que viene. Pero después de setenta y tres días de conflicto esta decisión revela una módica estrategia política, más cercana a los orgullosos heridos que de los verdaderos hombres de estado. No cabía duda que en la reunión de ayer la discusión debía comenzar por las retenciones móviles. Lo indicaba el sentido común y la dinámica misma de la crisis. Pero el gobierno, una vez más, tomó un camino que lleva al país a que se agrave la crispación y el descontento. Quien haya pensado que por esta vía se podía hacer claudicar a un adversario, que ya demostró sobradamente su cohesión y fortaleza cometió un grave error. Alberto Fernández dijo que no se podía pensar que este tema, el de las retenciones móviles, se iba a arreglar en una reunión. Pero el jefe de gabinete olvida que este conflicto lleva más de dos meses y que los reclamos del campo no han variado desde el inicio de la crisis. Entonces, cabe preguntarse: ¿De qué creía el gobierno que se iba a tratar la reunión de ayer?
El gobierno dice tener una propuesta pero no la pone arriba de la mesa y Fernández, el jefe de gabinete, dijo que la iba a presentar a partir de la semana que viene. Hay que recordar que el 6 de mayo se estuvo a punto de llegar a un acuerdo sobre las retenciones móviles. Fue en aquella reunión que al finalizar, Eduardo Buzzi declaró que Alberto Fernández había reconocido que el sistema tenía errores. Más tarde, por orden de Kirchner, que es Néstor, se tiró todo para atrás y el campo volvió a las rutas.
El acto del domingo en Rosario, que tanto preocupa al kirchnerismo, se convertirá en una caja de resonancia aún mayor de lo que iba a ser. Es muy probable que esa convocatoria mute en una especie de asamblea popular. Si la comparación entre la que organiza el gobierno en Salta y la de Rosario del campo era inevitable, a partir de este nuevo fracaso será ineludible. Sin embargo, esto no es lo más importante porque en definitiva será una anécdota más de la política argentina. La pregunta crucial es: ¿Después del domingo qué? El gobierno no sólo pateó el tablero también lo rompió. Por estas horas, es muy difícil imaginarse cómo llegar a una solución.
El domingo veremos la foto de la fractura de la Argentina y Kirchner lo hizo. Podrá coincidirse o no con la postura del campo, pero no podrá decirse que los que vayan a Rosario sean militantes rentados y ñoquis arreados a cambio de un choripán y un litro de Tetrabrick. En cambio, será muy casi imposible sostener lo mismo para aquellos que el domingo estén en Salta.
El ministro Florencio Randazzo dijo que la convocatoria del campo "será un acto de la oposición", y afirmó que concurrirán "los sectores y dirigentes políticos que no fueron acompañados en las urnas por el pueblo hace apenas cinco meses". La paradoja que no explica el ministro, es que en la mayoría de las zonas del país donde más se hace sentir la protesta, las elecciones las ganó Cristina Kirchner. Es decir, que hoy se oponen quienes votaron por ella y que estaban de acuerdo con el modelo.
En este contexto, es probable que la imagen de la Presidenta siga cayendo todavía más; en un descenso que parece no tener fin. De acuerdo con un estudio de la consultora Poliarquía, la imagen de la Señora K descendió en mayo al 26 por ciento, que implica una caída de 20 puntos en dos meses y unos 26 desde su asunción. No hay que ser muy sagaz para comprender que la principal razón de este brutal descenso tiene su raíz en el conflicto del campo. Es difícil encontrar otro caso semejante de dilapidación de capital político en tan corto tiempo.
El estupor de los dirigentes fue tan grande, que anoche, mientras poníamos al aire la conferencia de prensa del jefe de gabinete al finalizar la reunión, nuestro cronista –José Ignacio Fulugonio- nos sorprendió al informar que los ruralistas no habían acordado nada. Calificaban las palabras de Alberto Fernández de “conferencia de prensa unilateral” y empezaron a amenazar con quedarse en el quinto piso del ministerio de economía hasta resolver el tema. Finalmente, esto no ocurrió y los dirigentes prefirieron explicar lo que había sucedido. Varias fuentes afirmaron que en un determinado momento, el jefe de gabinete pidió un momento para retirarse de la reunión. Los miembros de la mesa de enlace pensaron que en poco tiempo volvería, sin embargo Fernández se fue para dar una conferencia de prensa.
La situación era esquizofrénica, Alberto Fernández –flanqueado por el discreto ministro de economía- decía la reunión había sido positiva. Al mismo tiempo, mientras el jefe de gabinete hablaba los dirigentes del agro declaraban que la reunión no había aportado nada y que todo había sido un fiasco. Fue otro claro ejemplo del gobierno de intentar construir un relato de la realidad absolutamente ficticia. Alberto Fernández habló más de media hora de algo que no existió.
A esta altura del conflicto hay muchas aristas que son incógnitas. El ministro Aníbal Fernández dijo que el sistema de retenciones móviles se va a mantener y que sólo había que hacer correcciones técnicas para eliminar asimetrías. Pero lo que nadie dice es cuáles son esas correcciones, y en todo caso, es el gobierno que las tiene que modificar y hacérselas conocer a los productores. Después de setenta y tres días conflicto ese documento no apareció. Por otra parte, si la posición del gobierno es irreductible con respecto al sistema de retenciones móviles, no se entiende sobre qué temas el gobierno quiere seguir discutiendo cuando fue éste punto la causa de la escalada del conflicto.
El otro argumento esgrimido por los Fernández, es que debido a que sólo se presentaron 22 solicitudes de reintegro al flete, sospechan que el resto trabaja en negro. Parece una desproporción muy grande teniendo en cuenta la cantidad de productores que hay en el país. Pero en todo caso, si fuera así sería necesario pedirle cuentas a la AFIP de por qué han permitido tamaña irregularidad y sería muy difícil, si fuera cierto, que en las arcas del Banco Central hubiera reservas por casi U$S 50.000 millones. En su empeño por negar la realidad, el gobierno olvidó que el paro del campo se basaba, justamente, en la no comercialización de granos. Entonces, si no comercializan no hay nada que transportar y si no hay nada para transportar no hace falta solicitar un reintegro. Perdón querido lector, sé que es obvio pero el gobierno parece no entenderlo de esta manera.
Los Fernández, Alberto y Aníbal, también dijeron que las entidades habían presentado dos propuestas disímiles y que el gobierno debía estudiarlas para consensuarlas. El gobierno tiene la obligación dejar clara su posición, y no esperar que los afectados por una medida sean los únicos que tienen la responsabilidad de ofrecer alternativas. Luego de más de dos meses de conflicto, era esperable que hubiera una contrapuesta, si es que el gobierno consideraba que había que hacer algunas correcciones. Y si su posición es seguir adelante con el nuevo régimen de retenciones, comunicar esto y terminar con las negociaciones. Pero lo que sucedió no parece guardar ninguna lógica, a menos que el fin último sea humillar y encrespar los ánimos, no ya sólo del campo, sino de todos los argentinos. Algo que no parece ser un objetivo saludable de ningún gobierno.
El lunes los diarios compararán los dos actos, se harán especulaciones sobre cuál tuvo mayor convocatoria, en cuál se dijeron los discursos más duros y se revelarán todo tipo de intimidades. Los medios hablarán de ganadores y perdedores, pero la verdadera foto que veremos es la de una Argentina dividida y encrespada.
Alfredo De Angeli era renuente a levantar el paro porque no confiaba en el gobierno, y Eduardo Buzzi tuvo que esforzarse para convencerlo. Hoy, ¿alguien puede decirle a De Angeli que sus sospechas eran infundadas?
2 comentarios:
El gobierno fogonea la división. Parece que estamos en el tunel del tiempo viviendo la etapa de ¨unitarios y federales¨.
El ex Presidente en funciones dijo que quería ver al campo de rodillas, sin embargo creo que quiere ver a todo el pueblo de rodillas, como los siervos en plena Edad Media.
Esperemos que no se crea Neron e incendie a la República Argentina.
Sólo la cordura del pueblo ha de poder salvarnos de su yugo.
Elena - Operador en Psicología Social
Gracias por el link. Y felicitaciones por el programa. Lo escucho cada vez que puedo. Me parece de lo mejorcito en el éter. Habla de política y realidad, sin acartonamientos y, hasta, incluso, despertando más de una sonrisa. Saludos.
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