27 de febrero de 2012

UN DISCURSO DESCONECTADO DE LA REALIDAD

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Se puede ser de izquierda, de derecha o estar en el centro. Se puede ser más o menos pragmático y no quedar preso de una ideología, como ha hecho el peronismo a lo largo de su historia acomodándose a los vientos que soplan. Se puede gobernar apoyado en el pueblo, en el partido como hizo Raúl Alfonsín o tal vez en ambas e inclusive graduando las proporciones de ambos componentes. Hay muchas variantes sobre cómo gobernar y la Ciencia Política las viene estudiando desde antaño. Pero lo que es imperdonable para un gobernante es desconectarse de la realidad, que el pueblo espere algo y ese político se muestre ubicado directamente en otra sintonía. Eso fue lo que ocurrió con Cristina Fernández de Kirchner, que después de cinco días de ausencia, a raíz de la masacre de Once –como bien la denomina Martín Caparros-, reapareció en Rosario. Desafortunadamente, el discurso fue decepcionante.

La Presidenta arrancó entonando las estrofas de un cántico de campaña y luego gritó y gritó. Se refirió a Manuel Belgrano y a las Malvinas y, como no podía ser de otra manera, pasó revista una vez más a los logros de Néstor Kirchner que el sábado hubiera cumplido años. Cuando no pocos televidentes pensábamos que ya terminaba, habló de Once y de sus muertos. Y si antes la percepción era de una Presidenta que le costaba lidiar con la inapelable realidad, cuando comenzó a ocuparse de la tragedia ferroviaria la decepción y la bronca invadieron las redes sociales. Las frases más destacadas del discurso de Cristina Fernández de Kirchner fueron las siguientes:

"Quiero decirles que voy a tomar las decisiones que sean necesarias una vez que la Justicia decida".

"Le pido algo encarecidamente a la Justicia. Esta pericia para determinar los responsables no puede durar más de 15 días, no le estoy poniendo plazo a nadie, los 40 millones de argentinos y las víctimas necesitan saber quiénes son los responsables".

"Esta tragedia enlutó hace días al país tragedia que tiene nombres y apellidos, como todos los que se van".

"Tres años me costó poner en marcha la bendita tarjeta del SUBE, para poder seguir como corresponde lo que se hace con los subsidios".

"Todos son palos en la rueda y problemas para las cosas que hacemos, son muchos los intereses".

En primer lugar es importante destacar dos cuestiones centrales: las decisiones políticas en determinados momentos, y éste es uno de ellos, deben estar escindidas por completo de las decisiones de la justicia y sus tiempos. La Presidenta no puede tomar sus decisiones de acuerdo con lo que diga o no diga una pericia. El otro punto es que las soluciones no surgen de los discursos épicos, sino de decisiones políticas como las que la Presidenta debió tomar desde hace cinco días y no lo hizo. ¿Debemos pensar después de escucharla que la permanencia de Juan Pablo Schiavi en el gobierno también la decidirá la justicia?

Uno de los errores más comunes de los gobernantes es enamorarse de aquellas fórmulas que en un determinado contexto político le dieron resultados satisfactorios. Por ejemplo es lo que le pasó a Carlos Menem con la convertibilidad, que no supo salir de ella a tiempo y terminó por hundirlo. Los ejemplos podrían seguir. En Rosario, la Presidenta mostró señales que le empezó a ocurrir lo mismo. La fórmula del discurso épico, la estrategia de la campaña permanente y de la conspiración constante está terminada. Funcionó, es cierto pero el contexto es distinto y el kirchnerismo puso en evidencia que no entendió el cambio. Muchas veces en política los puntos de inflexión son casi imperceptibles y es necesario tener una verdadera sintonía muy fina para detectarlos. El gobierno exhibió que carece de esa sintonía fina que requiere la política, que es mucho más preocupante de aquella que no tienen en materia económica. Queda claro, el gobierno cedió la iniciativa política que ahora pareciera recaer en el juez Bonadío. Néstor Kirchner jamás hubiera reaccionado de esa manera.

Probablemente, una de las frases que pueden resultar más chocantes es aquella en la que CFK se refirió a la muerte. "No esperen de mí ante el dolor y la muerte, ante esta tragedia, la especulación de una foto o un discurso fácil. Sé lo que es la muerte, sé lo que es el dolor, y no tolero a quienes quieren aprovechar tanta tragedia y tanto dolor".

Pareciera ser que la Presidenta no puede con su propio ADN y no puede evitar ser autorreferencial frente a las víctimas y heridos causadas por el capitalismo de amigos. Ella habla de la muerte y es cierto que lo sabe, pero Rosario no era el momento en que ella debía estar en el primer plano, respetuosamente debió conformarme con el papel de confortar a los damnificados y ocupar un riguroso segundo plano; ese mismo segundo que los estadistas saben ocupar cuando no dudan del rumbo que llevan. El luto que la Presidenta lleva por la muerte de Néstor Kirchner, debió llevarlo por las 51 víctimas de la masacre de Once.

La referencia a la implementación de la tarjeta SUBE aparece como otro de los puntos muy desconectados con la tragedia que desde hace cinco días enluta a la Argentina. Los responsables, dijo la Presidenta, tienen nombre y apellido y todos coincidimos –hasta varios sectores del propio kirchnerismo- que son los hermanos Cirigliano. La Presidenta tiene a su disposición una auditoría de la AGN que revela las irregularidades de TBA y la falta de control de la CNRT. No necesita nada más para rescindir la concesión pero no lo hace. Evidentemente el grupo empresario que maneja la concesión debe tener un poder de tal magnitud que es capaz de mantener a raya las decisiones políticas que la Presidenta sabe que debe tomar.

Cristina Fernández de Kirchner perdió una gran oportunidad de mostrarse humana y comprensiva, algo que los gobernantes -aun los más poderosos- jamás deben olvidar.

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3 comentarios:

Laura: ¡EXLELENTE! como siempre Martín....lamentable, pero tenemos una Presidenta INSENSIBLE, OBSCENA Y GENOCIDA,responsable de la "MASACRE DE ONCE"

ser presidente significa tener el manejo de los resortes del poder, por lo tanto después de 9 años de gobierno si hubieran querido restaurar el sistema ferroviario, ya lo hubiera hecho, lo que pasa es que de los subsidios muerden todos los funcionarios!!!!

Esta gente actúa como las sectas.El que las dirige, grita, y lava los cerebros.A los aplaudidores de Cristina, solo les faltó gritar ¡Aleluya! Suponen que la verdad se impone a los gritos.En realidad, será para que no se escuchen las críticas, eso que el estalinismo k-cristinista, no tolera.Saludos. María Teresa.

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