El gobierno, no se puede negar, es hábil construyendo el “relato” del modelo; que viene a ser una justificación pseudo intelectual para explicar sus propias contradicciones y que queden disimuladas. Lo hizo muchas veces, pero sin lugar a dudas el mecanismo llegó a su clímax con el operativo para desmantelar los subsidios que el kirchnerismo distribuyó a mansalva en estos últimos ocho años. Convirtió un ajuste al mejor estilo conservador propio de la década de los ‘90 en algo “cool” y “fashion” como los Ray Ban espejados, Palermo Hollywood y los Mini Cooper.
En los noventa los ajustes se imponían desde afuera, se cumplían a medias y producían lo que Felisa Miceli, la ministra de economía que encontró un montón de plata en su baño y todavía trata de explicar el fenómeno, denominaba “la paz de los cementerios”. Resulta que ahora el ajuste pasó a convertirse en la sintonía fina para la profundización del modelo nacional y popular, pero con un grado de cinismo que carecían aquellos de la década menemista. El gobierno pretende que cada uno se autoajuste y las usinas oficiales lo explican como un acto patriótico y los voceros de siempre ahora se escandalizan frente a esta herramienta que le ha servido al kirchnerismo, no sólo para asistir a los que menos tienen, sino también como eficaz instrumento de acumulación de poder. Es más, los constructores del relato han convertido la renuncia a los subsidios en una acción políticamente correcta y militante. Hoy, renunciar a los subsidios es fashion y hasta lo podés hacer por internet mientras mirás 6,7,8. Eso sí, si hay miseria que no se note.
El kirchnerismo es paradojal. Los mismos funcionarios que hasta hace diez minutos defendían el sistema de subsidios, ahora hacen cola para que sus nombres figuren en la lista de los que dieron el paso al costado. Es un acto de militancia y de compromiso con el modelo. Aníbal Fernández ya se parece a un economista del CEMA y en cualquier momento Julio De Vido empieza a desempolvar los discursos de Anne Kruger y Anoop Sing. No quiero dar ideas pero en cualquier momento se viene una ola privatizadora, defendida por Ricardo Forster y su delicioso grupo de amigos.
Como no podía ser de otra manera, la Presidenta figura al tope de la lista, claro, en una renuncia testimonial porque en Olivos es impensable que los presidentes paguen las boletas de luz, agua y gas. Y, en lo que tiene que ver son sus propiedades personales, es claro que una persona con la fortuna que tiene Cristina Fernández de Kirchner no debe calificar para seguir siendo subsidiada; aunque hasta ahora no se sepa con claridad el criterio que Julio De Vido utilizará para decidir quién se queda y quien se va.
En lo personal no voy a renunciar a los subsidios que recibo en mis boletas de servicios públicos. Sí, lo sé, en estos tiempos es casi un acto de rebeldía sacrílega. Una decisión políticamente incorrecta y, por cierto, nada fashion ni cool que me convierte en un personero de la puta oligarquía como diría el amigo Eduardo Aliverti. Si el gobierno se quedó sin la plata suficiente para seguir manteniendo los subsidios que repartió a diestra y siniestra y sin ningún criterio racional; que pague el costo político de hacer el ajuste noventista que impulsa bajo el ropaje de progresismo. Pero que no me pida a mí que haga el trabajo sucio por ellos. No voy a ser cómplice del cinismo institucionalizado que disfraza el autoajuste como un acto de patriotismo. Además, los subsidios son la única herramienta a través de la cual percibo que el Estado me devuelve en algo los impuestos que pago. Y ello no es poca cosa en un país donde hay que pagar seguridad privada, educación privada y medicina privada; tres servicios que debe prestar el Estado pero que, como muchos creemos, no lo hace de manera eficiente.
En otra contradicción enorme, en donde nada es lo que parece, por un lado el gobierno empieza a desmontar el sistema de subsidios con el discurso que la Argentina está mejor que antes y que muchos sectores ya no los necesitan. Aunque muchos de esos sectores jamás los necesitaron como los bingos, casinos y los vecinos de Puerto Madero, una barriada popular elegida por muchos funcionarios kirchneristas para estar más cerca del pueblo. Pero por otro lado el Congreso se apresta a revalidar la vigencia de la Ley de Emergencia Económica. ¿Estamos bien pero vamos mal? No se entiende o mejor dicho sí se entiende, con la emergencia económica la Presidenta tiene una serie de facultades discrecionales que le permite tomar decisiones sin pasar por el Congreso.
Quiero seguir subsidiado porque no es justo que tengamos a pagarle a Mariano Recalde y sus compañeros de facultad un curso para que aprendan a manejar Aerolíneas Argentinas, y me tenga que bancar afrontar toda la factura de luz yo solo con el sudor de mi frente. Por cierto, factura de luz que ahora va a aumentar como consecuencia de usar el aire acondicionado, eso sí a rigurosos 24 grados, y el filtro de la pileta. Es más, tampoco está bien que tenga que pagar la tarifa plana de gas y un cargo por importación porque en ocho años el gobierno prefirió comprarle gas a Bolivia y fuel oil a Venezuela en vez de invertir en exploración en el país. Países hermanos que nos vendieron esos combustibles a los precios fijados por los grandes grupos hegemónicos del anarco capitalismo. No, no y no. Ni piensen que voy a renunciar a mis subsidios; los quiero, estoy enamorado de ellos. Es más, ya ni puedo imaginarme una boleta de Edenor sin la leyenda “Consumo con Subsidio del Estado Nacional”. No creo poder seguir afrontando la vida sin solazarme con ese cuadro comparativo de tarifas que hace que me sienta orgulloso de vivir en la Provincia de Buenos Aires. Por ejemplo, en Julio de este año mi consumo de electricidad tuvo un subsidio de $ 81,98, gracias a lo cual pagué sólo $ 65,23. En cambio si hubiera sido santafesino tendría que haber abonado $ 166,53, pero peor me hubiera ido si viviera en Córdoba ya que mi consumo hubiera alcanzado los $ 170,18 y todo esto lo sé gracias a un simpático cuadrito comparativo confeccionado por el ENRE e impreso en mi boleta “a título meramente informativo”. Dicho sea de paso, raro que no hayan comparado con provincias gobernadas por kirchneristas de pura cepa como Capitanich o Gioja, sólo por dar dos ejemplos mal intencionados propios de un periodista de la “opo”. Bueno, después de todo son los privilegios que tenemos los derrotados de Caseros en un país federal y popular. Dios podrá estar en todas partes, pero por suerte el kirchnerismo atiende en el Conurbano, que con el 54% de los votos tiene más adhesiones que el Creador del Cielo y de la Tierra. Es obvio que no quiero pagar lo mismo que un santafecino o un cordobés y mucho menos que los $ 515,31 que hubiera tenido que abonar un chileno que vive en Santiago pero peor serían los $ 642,84 que paga un uruguayo. Perdón, pero yo vivo en el Conurbano y pertenecer tiene sus privilegios y quiero seguir subsidiado.
5 comentarios:
Martin, que suerte que tenés. Yo era del conurbano, pero me vine a vivir a Santiago, Chile. Así que si, yo pago los $515,31 que te muestran en la boleta.
Admiro cada día más tu profesionalismo, tu manera tan didáctica de mostrar la realidad nacional. Sos excelente!
Excelente nota, yo a igual que vos no renuncio a mis subsidios, porque para ello pago una prepaga, una nafta mucho más cara que en EEUU, después de hacer colas porque no se consigue, y porque estoy arta de tanta falsedad y mentira. Te felicito.
Elena.
Yo no renuncio porque me los sacan. Porque vivo en el conurbano que nos lo voto. Porque vivo en un barrio privado y me pago mi seguridad (que el estado no me da). Porque en el mismo barrio vive un actor q hace la propaganda poniendo cara de cool (y despues pasa por la ventanilla de canal 7 a cobrar su sueldo/subsidio, o sea q no renuncia un carajo). Y porque con mi plata, mas blanca que la de muchos funcionarios, no me dejan comprar dolares, por 'falta de capacidad economica'. Entonces, si me falta esa 'capacidad', necesito subsidio. En realidad no lo necesito, ni lo quiero, pero no les voy a dar el gusto de ser tan hipocrita como ellos.
hola Martin, por suerte encuentro alguien que luche contra esta manga de ladrones de ciudadanos dignos,
soy docente universitaria y como tal tengo sueldo insufuciente, razon para solicitar continuar siendo subsidiada, ya hice todos los reclamos y declaraciones juradas, cuanto tengo que esperar para que venga una asistente social del ministerio a mi casa?? que otra cosas debo hacer??
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