20 de agosto de 2011

LA MADRE DE LA VICTORIA

cfkLa victoria de Cristina Fernández de Kirchner por el 50 por ciento de los votos es inapelable. Si el estreno de las primarias abiertas iba a determinar dónde estaba parado el oficialismo, queda claro que el resultado pone a la Presidenta a las puertas de la reelección y sumió a la oposición en un desconcierto de una magnitud que no estaba en sus cálculos. También se había vaticinado que la elección ayudaría a recortar acabadamente a un candidato de la oposición detrás del que presuntamente se encolumnaría el voto opositor. Sin embargo, esto no fue así porque no hay un claro segundo, sino que la contienda terminó en un empate técnico entre Ricardo Alfonsín y Eduardo Duhalde y hasta Hermes Binner, que con apenas el 10 por ciento y cuarenta días de campaña se convirtió en la sorpresa. Es difícil que alguno de los tres pueda generar alguna sorpresa de cara al 23 de octubre, ya mostraron todo lo que tenían para ofrecer. Ricardo Alfonsín puso el apellido, el peso de un partido que, aunque más débil que en otras épocas, sigue en pie y una tenacidad envidiable. Por su parte, Eduardo Duhalde intentó mostrarse como un estadista alumbrado bajo el ala intelectual de Lula y con pergaminos de piloto de tormentas, pero que fue impotente para mantener cohesionado a ese colectivo bautizado como Peronismo Federal del que ya queda apenas un recuerdo.

Es evidente, a la vista de los resultados obtenidos por el oficialismo, que los guarismos obtenidos en la Ciudad de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba no fueron más que una primavera pasajera que a la postre la oposición no supo o no pudo capitalizar. Es claro que parte de los votantes de Mauricio Macri, Miguel Del Sel y José Manuel de la Sota se inclinaron por CFK; eso es claramente lo que explican los números.

Es probable que la raíz de los errores de la oposición se encuentre en la implosión de los dos polos que a principios de este año se calculaba que disputarían el poder: El Acuerdo Cívico y Social y el Peronismo Federal. Ambos grupos implosionaron y no cabe duda alguna que esta circunstancia favoreció al kirchnerismo.Atomizaron al electorado y los beneficios se los llevó el kirchnerismo. Claramente, ninguna expresión de la oposición es alternativa de poder en la actualidad.

Francisco De Narváez fue aplastado por Daniel Scioli, en parte por la fractura de la tríada que en el 2009 integró con Felipe Solá y Mauricio Macri; pero también porque su alianza con Ricardo Alfonsín fue percibida por el electorado bonaerense como un matrimonio contra natura y por eso se registraron en varias mesas votos a Duhalde y a él.

La elección volvió a marcar una tendencia que ya está consolidada y es el voto en favor de la continuidad de los oficialismos, fenómeno que hasta ahora sólo dejó de verificarse en Catamarca y en el partido de Vicente López donde sorpresivamente se impuso Jorge Macri por seis puntos al Japonés García, que ocupa la intendencia desde hace 24 años.

Pero sin lugar a dudas sería injusto explicar la victoria de Cristina Fernández de Kirchner a causa de la torpeza de la oposición de vertebrar una propuesta tentadora hacia los votantes. Al igual que parte del triunfo de Mauricio Macri se explica a través de la aprobación de su gestión al frente de la Ciudad de Buenos Aires, también es razonable inferir que ésta ha sido una razón de peso en los más de diez millones de votos cosechados por el kirchnerismo.

Sí, una vez más fue la economía estúpido. El consumo que disimula en parte los efectos de la inflación, pero también los acuerdos paritarios que les permite a los empleados en blanco tener un salario que por el momento mantiene su poder adquisitivo. La asignación universal por hijo, que a pesar de no ser universal y de haber salido por decreto, no puede negarse que redundó en una importante mejora en la calidad de vida de muchos argentinos de los niveles socioeconómicos más bajos. El campo que, a pesar de sus críticas cada vez de menor intensidad, tiene una rentabilidad más importante que en el 2009; lo que se verifica con los resultados en ciudades como Pergamino, Rauch, Tres Arroyos, San Pedro, Gualeguaychú y el interior de la Provincia de Santa Fe, Córdoba  y Buenos Aires. En todos se impuso el oficialismo cumpliéndose el vaticinio de un encuestador que meses atrás pronosticó que el voto del campo se inclinaría por el oficialismo porque “la plata la pesan”. La oposición contaba con esas voluntades, pero ese fue el escenario del 2009 y dos años después todo había cambiado. Los autos y los plasmas también ayudaron a parte de la clase media a apoyar la continuidad, apuntalada por la falta de una propuesta superadora alumbrada por la oposición; tal vez ésta sea la explicación de por qué en trece de las quince comunes de la Ciudad de Buenos Aires, donde semanas atrás arrasó Macri ahora se impuso Cristina Fernández.

No quedan dudas que la victoria pertenece a la Presidenta, ella es la responsable de un triunfo sin atenuantes. Se animó a desperonizar en parte al peronismo con La Cámpora, a ignorar a la CGT y su mandamás Hugo Moyano y a imponerle las listas a los barones del Conurbano que protestaron pero a pesar de los vaticinios ninguno sacó los pies del plato; salvo por el intendente de Malvinas Argentinas que explícitamente se pasó a las filas del duhaldismo.

El resultado electoral también dejó otra conclusión, a la sociedad argentina no le interesan la corrupción. Ninguno de los escándalos más resonantes, como puede ser el caso que tiene como protagonista a Hebe de Bonafini y a Sergio Schoklender, le ha quitado un voto al oficialismo. En este sentido el kirchnerismo se muestra blindado y el escándalo sólo anida en pequeños sectores de la sociedad. Es una mala señal que emite la sociedad argentina, que en un punto parece cambiar dignidad por algo de confort. En este sentido, una vez más como en tantas otras ocasiones, parece imponerse el roban pero hacen.

La oposición, frente al categórico resultado de la elección, quedó shokeada y realinea su estrategia en estos setenta días en reforzar el segmento legislativo de la elección. El diputado radical Ricardo Gil Lavedra declaró en Contrapunto que si la tendencia se mantiene, el oficialismo está a las puertas de conformar un poder hegemónico y por eso el partido hará campaña para no perder espacios en el Congreso. En las filas del duhaldismo también se preparan cambios, aunque todavía se mantienen bastante reservados.

Cristina Fernández triunfó con su propia receta, la victoria le pertenece a ella sola. Ahora, sólo necesita flotar hasta el 23 de octubre, su campaña tiene que ser la no campaña y la primera vuelta de la elección presidencial no le deparará demasiadas sorpresas. Su negocio ahora es el status quo.

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2 comentarios:

Hola Martín:

Dices:
El resultado electoral también dejó otra conclusión, a la sociedad argentina no le interesan la corrupción.

Yo no estoy del todo seguro. Tal vez sí le interesa, pero no percibe diferencias entre los distintos candidatos respecto a ese tópico particular.

Creo que la corrupción es el mayor flagelo de nuestro países sudamericanos pero también creo que solo una larga he ininterrummpida práctica democrática puede llevernos a gobiernos cada vez menos corruptos.

En nuestro país, la corrupción tiene una fuerte raigambre cultural que va mucho más allá de los gobiernos.

Saludos

Martín: Muy sugestiva la frase "desperonizar el peronismo" depende de cual peronismo estés hablando, si es cierto la presidenta de los argentinos y su equipo dejó atrás el peronismo de las últimas décadas.-
Pero hay muchas interpretaciones de peronismo quizás halla predominado aquello de "profundicemos el modelo" entiendo que esto no se puede obviar a tal punto que no lo podemos obviar los uruguayos como yo que venimos de la izquierda ortodoxa.
Saludos Marcela

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