Carlos Corach había imaginado que Carlos Menem , una vez que dejara la presidencia, se convirtiera en un “king maker”, como llaman los norteamericanos e ingleses a aquellos políticos que al borde de su retiro dejan un sucesor. No pudo ser. El mismo papel jugó Eduardo Duhalde en su forzada salida del poder aunque con mayor éxito, a pesar que hoy se arrepienta de ello. Luego de tratar de convencer sin éxito a Carlos Reutemann y concluir que José Manuel De la Sota no movía el amperímetro nacional, finalmente se decidió por Néstor Kirchner y el patagónico llegó a la Casa Rosada. A su vez, éste bendijo a su mujer para que lo sucediera.
El domingo a la noche Mauricio Macri no sólo derrotó de manera contundente a Daniel Filmus, también fue posicionado por los medios y parte del arco opositor como el gran elector. Se convirtió en la novia que todos quieren cortejar. No es antojadizo afirmar que la pregunta que más debe escuchar el reelecto Jefe de Gobierno es a quién va a bendecir en octubre.
Eduardo Duhalde le ha lanzado decenas de guiños y Ricardo Alfonsín, para quien Macri era un límite, dejó de serlo hace tiempo. Mientras tanto, el líder del PRO mantiene la incógnita y sólo se ha preocupado en dejar claro que sigue en la vereda de en frente del gobierno; desarticulando una operación política que lo ponía cerca del kirchnerismo. Mauricio Macri ha dado muestras que no le disgusta el nuevo papel que empezó a jugar ni bien se conoció el resultado definitivo en la Ciudad de Buenos Aires. Claramente, le permite ocupar un rol destacado en una discusión de la que hubiera quedado apartado cuando decidió bajarse de la carrera presidencial.
La respuesta del Jefe de Gobierno cada vez que es consultado por el tema siempre es la misma, va a hablar con todos y se decidirá luego de las primarias abiertas del 14 de agosto. Sabe que mantener la expectativa eleva su cotización política, pero tendrá que hacer gala de sus habilidades de tiempista para que esa fortaleza no se diluya.
Las internas abiertas, que no serán internas, sincerarán la fortaleza del kirchnerismo y, supuestamente, de ellas emergerá el verdadero contendiente de Cristina Fernández de Kirchner. Y, la teoría indica que Macri jugaría a ganador dándole su apoyo al candidato opositor que quede mejor posicionado. Claro, pero esto es en teoría y es lo que deslizan varias fuentes del PRO. Sin embargo, la cuestión dista de ser sencilla y está sujeta a una gran gama de grises. Macri ha dicho que ha dejado en libertad de acción a sus dirigentes para trabar los acuerdos que crean convenientes. Así, Miguel Del Sel ya dijo que su votó será para Eduardo Duhalde y Jorge Macri, que disputará la intendencia de Vicente López, también se ha definido por el ex presidente al pedir a la justicia que lo autorice a a adherir su boleta a la del candidato presidencial. En otros distritos la preferencia ha sido similar, como por ejemplo en La Plata; salvo por la solitaria decisión de Gabriela Michetti de apoyar la candidatura de Oscar Aguad en Córdoba; allí el PRO apoya a José Manuel De la Sota. En Mendoza acordaron con Alberto Rodríguez Saá. Claramente, la mayoría de la dirigencia del PRO fue cerrando acuerdos con el peronismo disidente y, en este contexto, no parece vislumbrarse una negociación robusta con Ricardo Alfonsín aunque haya desandado el camino que llevó al candidato radical a ponerlo a Macri como un límite de su política de alianzas. Un importante error estratégico que no se explica luego de haber acordado con Francisco De Narváez. En este contexto, sería muy complicado para el jefe del PRO hacer otro acuerdo que no sea con Duhalde, cuando una porción muy importante de su espacio ya cerró con él.
La decisión de Jorge Macri de jugar con Duhalde es un dato políticode suma importancia en este tema. Además de ser un dirigente gravitante en las decisiones de su primo, fue el artífice de la alianza con Felipe Solá y Francisco de Narváez que en el 2009 derrotó a Néstor Kirchner. Conoce muy bien el Conurbano bonaerense, donde como de costumbre se librará la madre de todas las batallas. Jorge Macri es un gran tejedor de alianzas, gracias a lo cual pudo mantener acuerdos con los diputados que responden a De Narváez en la Cámara de Diputados de la Provincia a pesar de los encontronazos entre Mauricio Macri y el Colorado.
No se requiere ser avezado analista político para darse cuenta que Macri está más cerca de Duhalde que del radicalismo, como gran parte del PRO ya lo está demostrando. Por eso, es probable que la definición que hoy todo el mundo espera, de quien al parecer se ha convertido en el gran elector de la oposición, no sea tajante sino más bien que se vaya haciendo paulatinamente y un buen día Mauricio Macri y Eduardo Duhalde posen para la foto.
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