Ilusión: Concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos. (Real Academia Española)
Ayer, Cristina Fernández de Kirchner decidió obturar cualquier esperanza de diálogo y de búsqueda de consenso, que necesariamente se había abierto a partir del domingo. La Presidenta tenía una noticia que dar en la que ni el analista más sagaz había reparado, el gobierno / partido / modelo habían ganado las elecciones. Es más ni su marido lo había advertido, ya que horas antes decidió alejarse de la conducción del Partido Justicialista “por dos puntitos”.
Después de recitar una fárrago de números de números, porcentajes y bancas, ensayó una interpretación que demostró una desconexión de la realidad más que preocupante. Como consecuencia de creer en un triunfo inexistente, no ve ninguna razón para hacer cambios en el gabinete y una vez más avaló las distorsionadas estadísticas del INDEC. Pero no sólo eso, para justificar la derrota en Santa Cruz –síntoma por cierto más que contundente- explicó que se pudo deber a errores internos y su falta de presencia en la provincia; aunque recalcó que en Calafate ganaron por el 60 por ciento. Puso la responsabilidad de la gobernabilidad, tal vez la palabra más escuchada desde el domingo a la noche, en manos de la oposición y prácticamente se desentendió del tema. Utilizó la alquimia dialéctica para mostrar a Mauricio Macri derrotado, que si bien Gabriela Michetti hizo una elección bastante lejos de la espectacularidad que se presagiaba, el PRO ganó en la Ciudad mientras que Néstor perdió en la Provincia y se enredó en cuentas confundiendo los votos de una primera vuelta con una segunda. Ensayó una alianza de facto con Pino Solanas, interpretando que las quejas del cineasta se debían a que el gobierno se quedaba a medio camino en las transformaciones que implementaba. Entonces, el razonamiento es que Pino es más kirchnerista que Kirchner y lo que verdaderamente quiere la gente es Kirchnerismo recargado. A esta altura Solanas no sabe cómo explicar que no tiene nada que ver con el gobierno. Ahora en esta argumentación también subyace una debilidad manifiesta, si la Presidenta ve la necesidad de refugiarse en un partido prácticamente nuevo y con un fulgor que en el distrito porteño puede ser efímero; luego de haber utilizado desenfrenadamente todos los recursos del estado para juntos votos. Por supuesto la Presidenta no dejó pasar la oportunidad para desplegar sus más variadas chicanas para fustigar al periodismo.
Es difícil resistirse a la tentación de no utilizar un calificativo que raye con la descalificación luego de ser espectador de tremendo espectáculo, por caso Francisco De Narvaéz calificó a la Presidenta de “autista” y Ricardo Buryaile –vicepresidente de CRA y diputado electo por el Acuerdo Cívico y Social- en Contrapunto dijo que era “patético”. La puesta en escena que se completó con la presencia, a modo de escoltas, de los ministros Sergio Massa y Florencio Randazzo, que fueron maltratados en varias oportunidades como corresponde al equivocado ritual del kirchnerismo para demostrar autoridad. Es difícil no preguntarse por qué ambos resisten semejante tratamiento. ¿En algún momento se habrán preguntado qué estamos haciendo acá? Algunas muecas lo delataron.
Una vez más la Presidenta ensayó la estrategia de mostrar fortaleza para mitigar un estado de debilidad, pero ello no se consigue practicando la negación serial desde un atril pagado con el dinero de los contribuyentes. Cristina Kirchner confunde soberbia con autoridad y el resultado termina siendo una persona que demuestra una preocupante desconexión con la realidad. Ayer la Presidenta se equivocó otra vez, sigue sin escuchar y luchando con los fantasmas del pasado mientras las urnas dieron su veredicto que hasta ahora prefiere ningunear. Las señales llegan de todas partes y de todas las maneras posibles.
La conferencia de prensa de ayer es también una llamada de atención para la oposición y el justicialismo, para aquellos que van a asumir sus bancas a partir del 10 de diciembre, e inclusive para los que las ocupan en la actualidad. La tarea que les espera será más difícil que la que les esperaba, eso quedó demostrado ayer. Gobernabilidad y consensos son dos palabras que habitualmente pueblan los discursos presidenciales, pero que en labios de Cristina significan disciplina y sumisión. Nunca la discusión de igual a igual. No hay ninguna razón para aventurar que esa posición vaya a cambiar y como se ha escrito en este sitio, el kirchnerismo por el contrario se va a radicalizar.
La Presidenta ayer desgranaba cálculos de bancas propias y de posibles aliados, con el fin que el Congreso vuelva a su estado de apéndice del Ejecutivo. Sin embargo, habría que hacer un análisis menos superficial para determinar si hoy, con la actual conformación de las Cámaras, el gobierno pueden reunir las voluntades necesarias para seguir sacando sus iniciativas sin tropiezos. ¿Hoy los aliados siguen fieles al derrotero del gobierno? ¿A partir del 10 de diciembre todos los legisladores electos en las listas del Frente para la Victoria se resignarán sólo a obedecer? ¿Los aliados son los que la Presidenta calcula? Son preguntas difíciles de responder a sólo 48 horas de las elecciones, pero sería muy difícil que toda la relación de fuerzas se mostrara imperturbable luego del domingo. Por eso, si Cristina Kirchner no comprende que el contexto político empezó a cambiar, no sólo desde la oposición, sino también dentro de su propio partido es necesario preocuparse por la gobernabilidad. Claro, pero con la salvedad que en este marco la gobernabilidad puede ser puesta en riesgo por el oficialismo.
La oposición ya mantiene conversaciones reservadas para empezar a marcar el territorio en el Congreso, y en esos contactos no hay pocos hombres del justicialismo. Los tiempos se aceleraron y no es improbable que intenten probar suerte tratando de torcer el veto a la ley de protección de glaciares, iniciativa que fue derribada por la presión del gobernador sanjuanino Gioja y la minera Barrick Gold. Probablemente, luego sea el turno de volver a tratar de conseguir el quórum para bajar las retenciones, porque el conflicto del campo se va a resolver sólo desde el Congreso y no puede seguir abierto por siempre a riesgo de tener que hacer importaciones de carne, leche y tal vez trigo. La reforma de la composición del Consejo de la Magistratura seguro vendrá luego del 10 de diciembre. En septiembre, cuando se comience a discutir el presupuesto para el 2010, es más que probable que se eliminen los super poderes y la emergencia, verdadero disfraz legislativo para que el Ejecutivo haga y deshaga sin control. Aun con la composición actual de las cámaras legislativas, nadie puede razonablemente puede pensar que los senadores y diputados justicialistas tienen espacio para seguir otorgando estas iniciativas al matrimonio presidencial.
Los gobernadores del PJ están entrando en escena y Daniel Scioli sabe que ocupa el máximo lugar de ese partido por el poder del dedo de Néstor Kirchner, que ahora pretende congelar al Justicialismo como en su momento lo hizo Carlos Menem. Scioli es la transición pero, al igual que su jefe político, es un derrotado en su propio territorio una circunstancia que no se admite dentro de la estricta liturgia partidaria. Tarde o temprano cuando la relación de fuerzas se equilibre el gobernador deberá dar un paso al costado y llamar a internas como se escucha cada vez con más fuerza.
La película La Caída tiene una escena que muestra a Adolf Hitler desencajado sobre un mapa, haciendo movimientos de tropas inexistentes, que habían sido diezmadas por los aliados mientras sus generales se miraban perplejos. En su bunker, a varios metros bajo tierra, el dictador había perdido conexión con lo que pasaba en la superficie y se había convertido en una caricatura de si mismo.
4 comentarios:
Martín, lamento tener que coincidir con tu nota, que dios nos ayude ...
En cualquier país relativamente normal, la situación descripta por nuestro periodista de cabecera, sonaría totalmente increíble. Sin embargo, aquí en Kirchnerlandia, resulta patéticamente real.
El sultán riojano -por acudir a un ejemplo paradigmático- otro exquisito representante del mas puro realismo mágico latinoamericano, hizo y dijo innumerables atrocidades, entre las cuales es digna de destacar aquella referencia a la instalación de un sistema de transporte internacional basado en "cohetes", que partiendo desde Córdoba, se elevarían a la estratósfera y luego, en cuestión de horas, estaría aterrizando en cualquier punto del mundo.
Creo que la "conferencia de prensa" de la Reina Kristina en el día de ayer, no tiene nada que envidiarle a aquellas memorables palabras del innombrable.
Como conclusión -como siempre digo- espero que Dios, Alá, Zeus, o quién sea, tenga a bien proteger a este sufrido pueblo argentino.
Amén.
Dice Martín:
La película La Caída tiene una escena que muestra a Adolf Hitler desencajado sobre un mapa, haciendo movimientos de tropas inexistentes, que habían sido diezmadas por los aliados mientras sus generales se miraban perplejos. En su bunker, a varios metros bajo tierra, el dictador había perdido conexión con lo que pasaba en la superficie y se había convertido en una caricatura de si mismo.
No comparto la analogía. Cristina no está loca.
La conferencia de prensa de la señora Presidente no revela que esté desconectada con la realidad. Revela en cambio, que está tratando de engañarnos. Lo hace conciente y voluntariamente porque está erroneamente convencida de que esto le conviene políticamente, de que sus seguidores comprarán cualquier discurso que les "explique" que no han perdido, y que donde han perdido no ha sido por culpa de la gestión de gobierno y que cuando ha sido por culpa de la gestión, no había otra alternativa, y que cuando si la había, esta beneficiaba a los ganadores de siempre en desmedro del pueblo hambriento y postergado.
Esta práctica de explicar en colores una realidad gris o viceversa, o responder A cuando le preguntan B o vertir un fárrago de palabras sin responder, es común en muchos políticos, del oficialismo y de la oposición. El discurso de CFK solo ha sido un caso demasiado visible de esta forma de engaño a la que nuestra clase política nos tiene acostumbrados.
Pero acaso ¿debemos creerle a De Narváez cuando nos dice que invirtió decenas de milones de pesos en su campaña solo porque tenía muchas ganas de ser diputado? ¿Debíamos creerle a Scioli cuando nos decía que decidiría eventualmente si asumiría su banca? ¿no lo tenía decidido?
Casi cualquier respuesta de Florencio Randazzo sirve como ejemplo de esta práctica.
¡Animo, entonces! No están locos, solo tratan de engañarnos.
Hola Cristian...
Comparto tu visión, aunque no descarto que el matrimonio "K" haya tenido un momento de cólera muy cercano al desequilibrio mental en los primeros momentos, ante la evidencia de la derrota.
Lo que no entiendo es que sobre el final de tus observaciones escribas lo siguiente...
"¡Animo, entonces! No están locos, solo tratan de engañarnos."
No tengo muy claro si prefiero que estén locos, o que traten de engañarme, pero me parece que elijo lo primero.
La locura es mas honesta, y a la larga, probablemente menos perjudicial que el engaño, al menos para nosotros.
Saludos.
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