Los gobernadores en la liturgia peronista son los que los cardenales al Vaticano. Históricamente, forman una especie de consejo consultivo tácito y su opinión ha sido escuchada siempre. Son los amos y señores de sus feudos (provincias), que gobiernan de manera paternal y con puño de hierro. Saben cuándo tirar y aflojar de la rienda.
Néstor Kirchner supo comprar la adhesión de los gobernadores, al fin y al cabo él también fue uno de ellos y gobernó Santa Cruz observando fielmente las más tradicionales reglas del caudillismo peronista. Supo disciplinar a los “cardenales” sacando ventaja de sus debilidades en materia presupuestaria y los convirtió en dependientes del poder central. Hasta ahora, nadie se había animado a desafiarlo porque eso implicaba la suspensión del envío de fondos a las provincias que haría imposible la gobernabilidad. El mecanismo funcionó muy bien hasta que estalló la crisis del campo y el kirchnerismo imaginó que podría seguir sosteniendo la misma metodología para aislar la protesta. Pero se equivocó y ese frente, otrora monolítico y vertical, comenzó a agrietarse. La mayoría de los gobernadores llegaron al cargo o permanecen en él gracias al voto de la gente de campo. Salvo en
Hace unos días, en el pasillo del Congreso un diputado kirchnerista me recomendó: “Fijate qué hacen los gobernadores, ese es el verdadero problema del gobierno”. El legislador no se equivocó.
De manera inteligente, los ruralistas decidieron politizar, en el buen sentido, la protesta presionando a gobernadores, intendentes y legisladores. Es decir, los quieren ponerlos entre la espada y la pared para que blanqueen su posición: Están con el campo o con el gobierno. Paradójicamente, los ruralistas parecen haberse apropiado de la lógica kirchnerista, ésa que el no es amigo se lo considera enemigo.
Los gobernadores se encuentran en un problema porque, o se enfrentan al gobierno nacional o le dan la espalda al campo, que es lo mismo que cometer un suicidio político y sus respectivas carreras naufragarían. Es lógico que Hermes Binner se ponga del lado de los ruralistas, lo mismo que Juan Schiaretti –que ganó gracias al voto del interior de Córdoba-, y aunque no lo digan todavía otros caudillos provinciales terminen por adoptar la misma actitud como el de
Los gobernadores también son presionados por los intendentes de sus provincias, que están más expuestos a las exigencias de la gente. Si los gobernadores empiezan a tener poco margen de maniobra, a los intendentes se les terminó hace rato. El kirchnerismo comienza a pagar el error de haber basado la construcción de su poder en la compra de voluntades. Siempre, ésta es una estrategia de corto plazo que se desmorona al primer contratiempo. Es como esos hombres más bien mayorcitos, que se los ve con una atractiva mujer mucho menores que ellos. Si la billetera mató al galán, seguramente la señorita mirará para otro lado cuando el grosor de la billetera adelgace.
Por el momento, Daniel Scioli puede darse el lujo de bailar un confuso minué frente a los productores. Si bien
Más allá de las particularidades de cada caso, comienza la hora de los gobernadores y no son pocos los que ven en esta crisis la posibilidad de recuperar el peso político que tuvieron históricamente. En este contexto, es importante analizar cuál es el verdadero poder que tendrá Néstor Kirchner como presidente del justicialismo. Se descuenta que su discurso de asunción será muy duro, y como consecuencia, es posible que la crisis del campo se agrave, cuyos líderes ya proyectan extender la protesta más allá del 15 de mayo. El ex presidente va a exigir una nueva muestra de fe de los caudillos provinciales, por eso va a ser interesante ver quién asiste a su entronización y quién preferirá quedarse en la protección del feudo. Incluso, también será un dato las demostraciones de entusiasmo y aprobación de aquellos que estén presentes.
2 comentarios:
Los gobernadores en su mayoria son titeres de un gobierno unitario, y el caso particular de Sciolli, es un impresentable, que fundi{o cuando negocio paso por su mano y ahora es gobernador, no es mas que un panqueque que en un pais sin cultura, sin identidad, y sin patriotas, configura los tipicos politicos y empresarios que viven del estado, claro al estado lo alimentamos los civiles que pagamos impuestos.
Martín: Buena interpretación de los hechos que se suceden con una velocidad inusitada. Para evitar estas cuestiones de "apriete" del PEN hacia los gobernadores e intendentes se debe revertir cumpliendo y haciendo cumplir lo que la Constitución manda. Hemos decidido que nuestra forma de gobierno es representativa, republicana y FEDERAL. Sin embargo es este último concepto el que se encuentra en crisis. Yo entiendo que los viejos dilemas no se superaran jamás porque responden a posturas subjetivistas : peronistas-antiperonistas, estatistas-privatistas, progresistas-liberales o neoliberales, izquierda-derecha. Hoy el paradigma que se deben plantear los actores políticos y la población es el siguiente: UNITARIOS O FEDERALES.Y para ir a la base de un verdadero federalismo es necesario que el actual esquema de coparticipación funcione exactamente al revés de lo que es hoy. Que cada provincia recaude sus impuestos y gaste acorde a ello, y que cada una de ellas aporte un porcentaje menor para el sostenimiento del Gobierno Nacional, el cual debería ser achicado drásticamente. Eliminar Ministerios que no cumplen funciones específicas porque carecen de organismos a cargo (Educación, Salud) y otros que se superponen con los existentes en las provincias (Trabajo, Acción Social, del Interior). Que hay provincias que no podrían susbsistir, es una mentira que se viene sosteniendo a fin de evitar que las mismas achiquen sus gastos públicos.Cada una de las provincias tienen sus propios recursos naturales que son exportables tranquilamente a través de su propia voluntad sin pasar por la Aduana de Buenos Aires. De este modo se eliminan los impuestos distorsivos, no se castiga a los que producen, y se evita transferir la suma del poder público al PEN para que este haga y deshaga a su antojo, o termine obligando a los gobernadores a mantener una fidelidad vía la billetera engrosada del gobierno central, que lejos de redistribuir satisface su propia burocracia.
Dany Mazza.
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